Las adversidades que he enfrentado,
y los obstáculos que he vencido,
fueron usados por Dios para moldear mi carácter,
para hacerme fuerte, para darme sabiduría, humildad
y para abrirme los ojos del espíritu.
Hoy sé quién soy, a dónde voy.
Dios tiene un plan para mí,
por lo tanto...
NUNCA ME DARÉ POR VENCIDO!
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