domingo, 22 de noviembre de 2020

Recomendaciones para prolongar la autonomía de las personas con demencias.

Recomendaciones para prolongar la autonomía de las personas con demencias.

Dominó: Juegos de mesa sencillos, como el dominó, entretienen al paciente y lo estimulan cognitivamente. Especialmente recomendado en los inicios de la enfermedad.

Juego de STOP: Actividad en la que escribimos un nombre, un apellido, una ciudad y un color que empiezan por la misma letra. Se le puede pedir a la persona con Alzheimer que sea ella quien proponga las letras.

Palabras encadenadas: Escribimos una palabra y con la letra final comenzamos una nueva palabra (luna – avión – nariz – zapatos…) Es importante no apurar al paciente, de lo que se trata es que utilice su vocabulario y se comunique.

Poesías o canciones: Recitar poesías o cantar una canción. Nos sorprenderá comprobar cuántas letras recuerdan de su infancia.

Refranes: Comenzar un refrán y que lo acabe el paciente. Estimula su memoria y su capacidad de comunicarse, al tiempo que se entretiene.

Problemas de visión en los ancianos


Con el paso de los años es muy frecuente que la calidad de vida de las personas disminuya gradualmente y que estas pierdan facultades.

Una de las circunstancias más comunes es la pérdida de visión en los ancianos. En general, la mayoría de los cambios no son graves y se solucionan con pequeños gestos (unas nuevas gafas o una mejor iluminación).

La pérdida de visión en los ancianos, puede deberse a numerosas causas que pueden ser tratables o no. En cualquier caso, lo que sí está claro es que esta falta de visión aumenta el riesgo de sufrir accidentes y provoca, además, que las personas que ven mal tengan problemas para desenvolverse con normalidad en su día a día y se relacionen menos con su entorno.

En esta edad es imprescindible concienciar a los mayores (e incluso el resto de miembros de la familia) de la importancia de ir a revisarse la vista con frecuencia. Lo aconsejable es hacerlo una vez al año, haya o no problemas de visión.

Ante la aparición del más mínimo signo de alarma, como visión borrosa o disminución de la visión, el anciano debe acudir al especialista para diagnosticar la causa de la alteración sensitiva y poner así el tratamiento adecuado lo antes posible.

Actividades que mejoran la salud del cerebro


Comencemos con un grupo de tres actividades que son básicamente esenciales para la salud del cerebro.

1. Actividad física
La primera es la actividad física. En pocas palabras, hacer ejercicio regularmente tiene efectos impresionantes en el funcionamiento del cerebro. Es bien sabido que las personas que realizan actividades físicas moderadas al menos 20-30 minutos por día tienen mejores habilidades cognitivas como la atención, la memoria y el funcionamiento del cuerpo. El ejercicio nos ayuda a crecer y fortalece las células cerebrales en regiones como el hipocampo y el lóbulo frontal, áreas que controlan cómo aprendemos, recordamos y procesamos la información.

Además, las personas que están en forma física experimentan menos inflamación cerebral, lo cual promueve una mejor neuroplasticidad. También hay evidencia de que hacer ejercicio de forma regular reduce significativamente el riesgo de demencia. Si estás empezando una rutina de ejercicios durante la mediana edad después de haber sido sedentario al principio de tu vida, aún tienes oportunidad de obtener grandes beneficios: tener buenos niveles de condición física en la mediana edad están vinculados a una mejor salud cerebral por hasta más de 20 años en el futuro.

2. Actividad social y el compromiso
La segunda de estas actividades esenciales es la actividad social y el compromiso. Somos criaturas inherentemente sociales, y pasar tiempo con otras personas nos ayuda a sentirnos conectados con los demás y también reduce el estrés. ¿Sabías que tener una red social más grande y sentirse más apoyado socialmente ayuda al cerebro a funcionar mejor? Las personas que socializan más a menudo tienen mejores habilidades cognitivas y tienen menos probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

3. Actividad mental e intelectual
La última de las actividades que mejoran el funcionamiento cerebral es la actividad mental e intelectual. La estimulación mental se puede conseguir de muchas maneras; algunos ejemplos incluyen leer libros de literatura, hacer crucigramas, tocar un instrumento musical y hacer alguna tarea complicada, para poner a nuestro cerebro a trabajar en otro nivel. La conclusión es que cuanto más comprometido estés mentalmente hablando, más probabilidades tendrás de tener un cerebro saludable en tus 50s, 60s y más.

Se ha descubierto que las personas que se mantienen mentalmente activas tienen mejor memoria, flexibilidad mental y velocidad de procesamiento cognitivo, y tienen un riesgo significativamente menor de desarrollar demencia. Aumentar tu “dosis” diaria de actividad mental puede ser una excelente idea; las personas que son más activas intelectualmente tienden a tener la mejor salud cerebral.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Sindrome del cuidador quemado

Algunos síntomas que nos indican que estamos al límite de nuestras fuerzas y que comenzamos a “estar quemados” como cuidador son:

Síntomas Físicos:

-Cansancio continuo.
-Aumento o disminución del apetito.
-Trastornos del sueño.
-Dolores musculares, palpitaciones, molestias digestivas, cefaleas.
-Consumo excesivo de bebidas con cafeína, alcohol o tabaco.
-Abandono de su aspecto físico.

Síntomas Emocionales:

-Tristeza, sentimientos de culpa.
-Irritabilidad, cambios frecuentes de humor o de estado de ánimo.
-Dificultad para concentrarse.
-Problemas de memoria.

Síntomas Sociales:
-Desinterés por actividades que antes disfrutaba.
-Aislamiento familiar y social.

Es importante reconocer en nosotros mismos y en otros, los síntomas de alarma y actuar para prevenir esta sobrecarga.

Ten siempre presente que para poder cuidar, lo principal es CUIDARSE.

"La persona cuidadora a menudo puede verse tan desbordada por las circunstancias que relegue a un segundo plano su cuidado emocional y físico. Nadie está preparado para afrontar una situación así y muchos cuidadores presentan síntomas de ansiedad o depresión."

Una vez más lo repetimos... 
¡CUÍDATE, CUIDADOR!

#CuidandoAlCuidador
#CuidarseParaCuidarMejor 

La diferencia entre el delirio y la demencia


¿Qué es el delirio?

El delirio es un cambio repentino en el estado mental de una persona. Esto causa problemas con la atención, el pensamiento, la memoria y las emociones. El delirio puede cambiar en el curso de horas o días.

El delirio es una condición común que puede tratarse.  Se ve como una emergencia médica. Si delirio no se diagnostica ni se trata, puede conducir a problemas permanentes. En algunos casos puede llevar a la muerte.

¿Qué es la demencia?

La demencia es una serie de señales de que el cerebro de una persona está perdiendo sus funciones. Con demencia, la capacidad de una persona para pensar, recordar y comunicarse con los demás se vuelve más débil con el tiempo. En un primer momento, una persona puede a veces ser olvidadiza o sentirse confundida. Con el tiempo, él o ella tendrá problemas para seguir instrucciones y hacer las tareas diarias. La persona tendrá problemas para hablar y entender a los demás. O se olvidan quiénes son las personas y no saben dónde él o ella están. La persona también puede estar de mal humor o inquieta.

¿En qué se diferencian?

La demencia y el delirio son ambas afecciones de salud que cambian el estado mental de una persona. Comparten algunas señales y síntomas similares. Pero tienen causas, tratamientos y resultados diferentes.

La demencia es una enfermedad crónica que ocurre lentamente con el tiempo. El delirio es una emergencia médica que debe tratarse de inmediato. El delirio a menudo puede confundirse con demencia. En algunos casos, el delirio y la demencia pueden tener lugar al mismo tiempo. Infórmese sobre los rasgos según los cuales son diferentes y lo que puede hacer para ayudar a una persona que tiene signos de una o ambas afecciones.

10 consejos para prevenir caídas en la tercera edad


1. Evita dejar objetos en el suelo que puedan hacerte caer, como cables o alfombras.

2. Nunca camines sin iluminación.

3. Usa alfombrillas antideslizantes en la ducha.

4. No hagas movimientos rápidos que provoquen vértigo, como levantarse rápidamente o girar el cuello bruscamente.

5. Apóyate cuando te levantes del sofá agarrrándote a un objeto estable.

6. No uses sillas, taburetes y escaleras para alcanzar objetos.

7. Cambia la bañera por un plato de ducha.

8. Es más fácil levantarse de una silla que de un sofá. Si elijes un sofas, siéntate en uno que sea alto.

9. Coloca barandillas en la ducha y cerca del inodoro.

10. Usa siempre zapatos cerrados y evita los de tacón o estilo zueco.

domingo, 15 de noviembre de 2020

Decálogo para cuidar al cuidador


Para realizar una buena atención al enfermo crónico, el cuidador debe tener presente el siguiente decálogo:

# 1.- Ser consciente de sus limitaciones
El cuidador debe ser consciente de sus propias limitaciones de tiempo, psicológicas y/o económicas. En muchas ocasiones, y de forma equivocada, pensamos que cuanto más tiempo estemos con el familiar enfermo más demostraremos nuestro cariño. Craso error. Es frecuente contemplar a la madre o cualquier familiar (padre, hermano, etc.) que no se separa para nada del lecho del familiar en coma, pero son incapaces de dar una respuesta amable o preocuparse por el resto de los miembros familiares. Es como si al estar presente le fuera a devolver la salud por un ‘contagio mágico’ de vida. Pero lo que sí puede conseguir es entrar en un cuadro depresivo o ansioso, que a lo único que conduce es a la claudicación de los mismos cuidados.

# 2.- Saber compartir los sufrimientos
El cuidador debe saber compartir con otras personas los sufrimientos del enfermo crónico. Es la consecuencia del anterior apartado. No somos mejores porque nos carguemos con todo el peso de los cuidados. El saber compartir y hacer partícipe a toda la familia de la atención al enfermo crónico es una buena señal de nuestro alto nivel de salud mental y que no nos consideramos omnipotentes. Además, de esta forma, damos posibilidad al resto de la familia para que demuestre su “cuanto” de solidaridad.

# 3.- Pedir información y actuar en consecuencia
El cuidador debe pedir información sobre la enfermedad y actuar en consecuencia. Se debe conocer la posible evolución del proceso crónico para ir tomando las medidas oportunas y poder también dosificar las fuerzas. Una buena información es el mejor antídoto contra el cansancio y el desánimo. No olvidemos que el ponerse una “venda en los ojos” no favorece nunca la buena resolución del problema.

# 4.- Permitirse sentir y expresar emociones
El buen cuidador deberá crear un clima donde se pueda “sentir” y expresar las emociones. Hay que facilitar al propio enfermo la posibilidad de que pueda expresar sus miedos y temores ante el dolor y la muerte y al propio grupo de cuidadores que puedan intercambiar las preocupaciones, la sensación de hastío o el propio cansancio.

# 5.- Permitirse alejarse del enfermo
El buen cuidador deberá permitirse alejarse del enfermo de vez en cuando. Unos días de descanso, un paseo para ver escaparates o una salida a tomar un café es un buen procedimiento para lograr un distanciamiento sano con la enfermedad.

# 6.- Ponerse objetivos a corto plazo
El vivir día a día la enfermedad impide que se haga falsas esperanzas sobre un desenlace feliz. No debe atormentarse con un final irremediable, pero tampoco auto engañarse.

# 7.- Buscar su recompensa en la propia acción de cuidar
Las compensaciones complementarias (herencia, buscar el reconocimiento de los demás, etc.) solamente empañan la acción de cuidar.

# 8.- Pedir ayuda y colaboración
El cuidador principal deberá pedir ayuda y colaboración cuando se sienta desfallecer. Esto hay que hacerlo de forma explícita y directa, y no esperar que el resto de la familia se dé cuenta de su malestar. Un ejemplo: “Me gustaría que este fin de semana te quedases con padre, pues yo necesito descansar”. Si ante este mensaje no se produce una respuesta, podemos decir que la colaboración no existe.

# 9.- Aceptar que el objetivo no es la curación
El éxito de los cuidados no se puede poner en la curación, sino en conseguir que el enfermo sea capaz de integrar su dolencia. No podemos olvidar que el objetivo último de la atención al enfermo crónico es conseguir el más alto nivel en la calidad de vida; es decir, posibilitar que dentro de sus propias limitaciones sea capaz de integrar todo su dolor y sufrimiento, para conseguir una cierta armonía consigo mismo y con el entorno.

# 10.- Perdonarse para neutralizar la culpa
La reparación y el perdón son el único camino válido para neutralizar la culpa y la vergüenza en el cuidado del enfermo crónico. En muchas ocasiones el cuidado del enfermo crónico nos producirá cansancio, irritabilidad e incluso cierto grado de agresividad verbal, amasado por un intento de esconder o negar la misma enfermedad; todo ello lo que tapa es la culpa y el comprobar que no tenemos paciencia infinita, ni por supuesto somos omnipotentes. A través del reconocimiento de nuestras limitaciones y de “las sombras” de nuestras conductas es como podremos comenzar el difícil camino de la reparación y del perdón, hacia los demás y hacia nosotros mismos.

Estos diez ‘mandamientos’ para cuidar al cuidador se cierran en dos: 
1) amarás al familiar dependiente como a ti mismo, y 
2) tendrás en cuenta tus posibilidades y limitaciones reales.

domingo, 8 de noviembre de 2020

¿Cómo diagnosticar a tiempo la enfermedad de Alzheimer?


¿Cuán pronto se puede diagnosticar la enfermedad de Alzheimer? ¿Cuáles son los primeros síntomas a los que hay que prestar atención? Los científicos nos dan las respuestas para detectar a tiempo una de las enfermedades neurodegenerativas más comunes en el mundo.

No existe un examen diseñado específicamente para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer, pero generalmente se la puede detectar en las primeras etapas, según la valoración de los síntomas y junto a una variedad de análisis y exámenes. Buscar atención médica en cuanto empiezan a notarse los síntomas es fundamental.

El primer síntoma más común de la enfermedad es el olvido; no obstante, puede ser complicado distinguir entre la pérdida de memoria debido a la edad y la que es producto del alzhéimer.

A medida que la gente envejece, disminuye en el cerebro la cantidad de células o neuronas. Eso puede hacer difícil aprender nuevas cosas o recordar palabras conocidas. Los ancianos pueden, por ejemplo, tener dificultad para recordar los nombres de personas conocidas o problemas para encontrar los lentes de lectura o las llaves del auto. Sin embargo, en la mayoría de casos, esas lagunas mentales no son señales del comienzo de la enfermedad de Alzheimer.

El tipo de olvido que es preocupante implica olvidar información que antes siempre se hubiese recordado. Si eso ocurre de vez en cuando, posiblemente no sea motivo de preocupación; pero cuando alguien empieza con regularidad a tener problemas para hacer esas conexiones, entonces es hora de ir al médico.

Una evaluación médica asimismo viene al caso cuando las lagunas mentales conducen a problemas en la vida cotidiana o empieza a haber dificultades para realizar tareas mentales. Por ejemplo: sentirse abrumado o confundido por tener que tomar decisiones; tener dificultad para conducir; irritarse o enfadarse cuando es necesario concentrarse mentalmente para terminar un trabajo; perderse camino a lugares conocidos y tener problemas para seguir instrucciones paso a paso.

Otra señal temprana de advertencia sobre la enfermedad de Alzheimer puede ser un cambio en el comportamiento o en la personalidad; por ejemplo, cuando una persona normalmente extrovertida se aísla de sus amigos y familiares, rehusándose a tener contacto social. La depresión y otros cambios de humor también pueden ser síntomas tempranos del alzhéimer.

Cuando después de revisar los síntomas, el médico sospecha que una persona tiene alzhéimer, puede resultar útil hacer algunas pruebas para evaluar tanto la memoria como otras aptitudes del pensamiento y la capacidad funcional de juicio e identificar los cambios ocurridos en el comportamiento a fin de determinar si la enfermedad de Alzheimer es la culpable. 

Hablar con los familiares sobre las capacidades cognitivas y funcionales de una persona, así como de sus comportamientos diarios y cómo han cambiado a través del tiempo también suele resultar fructífero.

LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER. SÍNTOMAS y FASES.


     El Alzheimer es la demencia más frecuente. Es una enfermedad neurodegenerativa adquirida, que provoca la desintegración de los comportamientos de la persona y la pérdida de habilidades funcionales. Se produce una interrupción de la conexión entre neuronas que provoca una serie de lesiones, que hacen que la información no se transmita. Las demencias normalmente tienen un curso progresivo y crónico, y la  persona que la padece pasará por distintas fases que a continuación explicaremos, pero casa caso es distinto, y la forma y velocidad a la que avanza también.Actualmente, se desconoce la causa y la curación. 

      Las ACTIVIDADES DE ESTIMULACIÓN COGNITIVA, pueden ayudar a mantener las capacidades de la persona, mediante un conjunto de estrategias y métodos que pretenden optimizar el rendimiento funcional, social y cognitivo, mejorando la calidad de vida de las personas mayores, y su autoestima.  Desde MASIAC podemos ayudarte a conservar las habilidades de la persona con demencia el mayor tiempo posible.

➡SÍNTOMAS Y PAUTAS DE COMPORTAMIENTO

🔘Disminución de la Memoria a Corto Plazo. (¿Qué estaba diciendo?, ¿Qué he comido hoy?,etc.)

🔘Confusión mental, embotamiento. 

🔘Cambios y alteraciones en el comportamiento y la personalidad. ( Conductas que se salen de lo habitual)

🔘Desorientación espacio-temporal (¿Qué día es hoy?, ¿Cómo llego a casa?,etc)

🔘Activación de mecanismos de defensa, apatía, agresividad, huidos, etc. para no mostrar sus déficit si en público.

🔘Confusión al realizar tareas cotidianas. (¿Cómo se ponía la lavadora? ¿Cómo se dobla el pantalón?,etc.)

🔘Dificultad  para encontrar las palabras precisas (¿Cómo se llama esto del café?, ¿Cuál era tu nombre?,etc)

🔘Dificultad para concentrarse, atender, aprender, etc.

🔘Dificultad en la ejecución de gestos y movimientos voluntarios. 

🔘Alteraciones del sueño.

🔘Dificultad de expresión y compresión verbal.

🔘Desorientación en la realidad.

🔘Dificultad para recordar su historia personal. Desorden al recordar su memoria biográfica .

🔘Disminución de la autoestima. (Se empieza a dar cuenta de lo que pasa, y se siente mal por ello)

➡FASES DE LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER.

🔶FASE I O LEVE

Es difícil de detectar. La persona comienza a tener olvidos frecuentes de nombres, lugares, etc. que intenta disimular ante su entorno, ya que su nivel de consciencia es bueno, se da cuenta de lo que pasa, pero no quiere que el resto lo sepa. Comenzará a tener pequeños fallos a la hora de realizar actividades de la vida diaria, que se irán incrementando, que junto a lo anterior, puede provocar irritación, enfados desproporcionados, aislamiento, llanto, etc. A pesar de todo, en esta fase, sigue siendo independiente.

◻Síntomas comunes de esta fase:

Alteración de la Memoria a Corto Plazo
Dificultad para concentrarse
Desorientación temporal
Cambios en el comportamiento y la personalidad.

🔶FASE II O MODERADA

La persona pierde su independencia, ya no puede vivir sola, necesita supervisión para realizar actividades básicas de la vida diaria. Los síntomas anteriores irán en aumento y se pueden sumar otros nuevos como: 

Deambulación o escapismo, 
Descoordinación
Temblores
Lenguaje ofensivo.
Dificultad para el reconocimiento de objetos, lugares  y personas.
Desorientación espacio-temporal.
Pérdida total de la memoria a corto plazo.
Dificultad para la expresión y comprensión verbal.
Alteraciones del sueño.
Alteraciones de comportamiento desmesuradas.

🔶FASE III O SEVERA 

Esta fase incapacita para cualquier actividad independiente. La persona olvida los hechos inmediatos, recientes y pasados, pero conserva la memoria emocional. Los cambios de humor son imposibles de prever, tienen dificultad para articular palabras, no reconoce al entorno cercano, su comprensión también se ve disminuída, presentan trastornos del equilibrio al caminar, incontinencia, vuelven reflejos primitivos de estar tanto tiempo en la cama, etc.

Apatia en el Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer lleva asociados ciertos síntomas bastante frecuentes y comunes en las personas que la padecen. Uno de ellos es la apatía, definida como desmotivación, inactividad, indiferencia o ensimismamiento.

En 2006, Levy y Dubois la definen como “un déficit persistente de la motivación y una ausencia o disminución de sentimientos, emociones o intereses que conducen a una reducción significativa de conductas dirigidas a una meta concreta”.

Junto a la depresión, la apatía es uno de los síntomas más comunes en el Alzheimer.

La aparición de la apatía suele darse de forma temprana. Es frecuente su aparición como consecuencia de las dificultades que se experimentan en las actividades de la vida diaria. También puede aparecer si predominan lesiones en los lóbulos frontales del cerebro. Así, es fundamental identificarla para poder realizar las intervenciones necesarias.

La apatía puede conexistir con otros trastornos como la deambulación o la excitación.

Recomendaciones para disminuir la apatía.

Los expertos recomiendan ciertas tareas para evitar su inicio o reducirla:

Estimular a la persona para realizar una actividad (evitar si su puesta en marcha produce excitación).
Aceptar pequeñas tareas realizadas (es el inicio de otras mayores).
Reforzar el mínimo esfuerzo, aunque no acabe la tarea.
Intentar mantener cierta actividad física (masa muscular y funcionamiento de articulaciones adecuadas).
Estimular con actividades mentales.
Mantener el interés por el entorno y sus actividades gratificantes que aumenten su sentimiento de utilidad.
Por ejemplo, se pueden dar paseos por lugares conocidos, visualizar fotografías o vídeos que formen parte de su historia de vida o escuchar música significativa. Este tipo de actividades motivarán a la persona para mantenerse activo.

Fuente:

J, Peña-Casanova. “Las alteraciones psicológicas y del comportamiento en la  enfermedad de Alzheimer”. 
Fundación La Caixa.

sábado, 7 de noviembre de 2020

Nueve consejos para quien convive con alguien que sufre Alzheimer u otro tipo de demencia

Convivir con alguien que sufre demencia (incluida la enfermedad de Alzheimer) consume tanto tiempo y dedicación, que incluso puede llegar a parecer una vivencia insuperable.

A veces da la sensación es que, por mucho que hagamos de nada sirve; nuestro familiar enfermo sigue pareciéndonos frustrado y confundido.

Sin embargo, hay cosas que podemos hacer para ayudar a que un ser querido con Alzheimer disfrute de sus actividades cotidianas.

 Aquí hay algunos consejos que pueden ser de utilidad, incluso cuando, en apariencia pueden parecernos frustradas o confundidas fácilmente, siga estos pasos para ayudarlos a sentirse tranquilos y seguros:



  1. Cuídese como cuidador para que su familiar se sienta mejor

Aunque parece un consejo baladí, resulta fundamental que quien dedica varias horas al día a cuidar a un ser querido que sufre Alzheimer encuentre “sus” momentos en los que hacer algo que le guste o sencillamente poder “desconectar” del cuidado.

Resulta importantísimo evitar “quemarse” como cuidador. Si no se hace puede suceder que el cuidador se convierta a su vez en enfermo. Para conseguir estos espacios de descanso es importante que los seres queridos del entorno del enfermo se impliquen y no dejen toda la carga del cuidado en una única persona. Además es algo que hay que hacer de forma planificada, no se trata de “echar una mano” cuando el cuidador no puede más sino de, como dice el siguiente consejo, crear una rutina.



  1. Crear y mantener una rutina

 Las personas que sufren Alzheimer suelen vivir mejor si su rutina sigue un horario bastante fijo en el que tanto los espacios como las personas y las “cosas que pasan” siguen un orden que se mantienen. Los cambios pueden ser difíciles para ellos.

Parte de la rutina puede estar formada por una serie de “rituales cotidianos” como utilizar palabras y gestos parecidos cuando se va a hacer una actividad. Por ejemplo una frase, la misma, siempre, cuando nos levantamos para ir a comer, cuando vamos a ir al lavabo o a hacer otra cosa. Algunas familias han descubierto el valor de la música y las canciones para mantener ese “día a día” en el que la persona con Alzheimer se encuentra más cómoda.

 En la medida de lo posible conviene que las personas que interactúan con el enfermo sean también las mismas. Por eso conviene que los familiares que se implican en el cuidado no dejen pasar mucho tiempo sin verle y hablar con él o ella.



  1. Limite la cantidad de sonido y movimiento

Casi todos los que conviven con enfermos de Alzheimer saben lo fácil que es que los ruidos o las multitudes confundan, abrumen e incluso inquieten a sus familiares. Sabiendo esto, podemos adecuar la vida de la persona de forma que, cuando salgamos a pasear (algo muy conveniente), además de seguir un recorrido homogéneo en el que paremos si puede ser en el mismo banco, intentemos acudir a parques en los que no haya mucha gente o gritos. Incluso podemos preferir tiendas pequeñas en las que no haya mucha gente.

 Aunque nos parezca que lo mejor es que nuestro familiar vea a toda la familia en ocasiones especiales como la Navidad o una boda, quizás acabemos frustrados cuando se agobie por la presencia de tanta gente que no reconoce o encuentre molesta la presencia de niños pequeños.

 La televisión puede tener un papel positivo en algunos momentos del día pero solo cuando estemos “efectivamente” viéndola. Para algunos enfermos puede resultar difícil distinguir entre lo que sucede en la sala y en la televisión, algo que puede resultar muy confuso, por lo que cuando no la estemos viendo es mejor tenerla apagada.



  1. Pensemos en que cosas “sí” pueden hacer

 Aunque solamos caer en pensar en todas las cosas que antes podía hacer y ahora ya no, es posible que deba adoptar un enfoque diferente y centrarnos en lo poco o mucho que todavía puede hacer e incluso disfruta haciendo. El día a día suele “comerse” al cuidador por lo que vale la pena encontrar espacios y momentos en los que cuidar de una forma diferente, sencillamente recordando las cosas que gustaban a quien ahora no nos lo puede decir. ¿En qué era buena o bueno? ¿Con qué lo pasaba bien?

 Hay muchas mujeres con Alzheimer para quienes la cocina y algunas labores domésticas han ocupado una parte importante de su vida. ¿Las recordamos cocinando o planchando como una mera obligación o como algo con lo que disfrutaba? Hay que hablarlo. Quizás no pueda preparar todo un plato pero se sienta bien haciendo alguna de las labores o preparativos. Quizás le cuesta hacer muchas cosas pero puede poner orden en un armario en el que guardamos toallas.

 Algunas labores repetitivas que durante la juventud ocuparon parte de su vida pueden resultar ahora algo significativo que les haga pasar un buen rato.

 Como la memoria a corto plazo se pierde con la enfermedad, es posible que pueda realizar varias veces seguidas una actividad que para el o ella resulta significativa: emparejar calcetines, separar piedrecitas de las lentejas o lijar un trozo de madera. En eso, alguien que sufre Alzheimer es igual que los demás, lo pasa bien ocupando el tiempo en algo con lo que disfruta.

  1. Hay que salir fuera y consumir energía

Es una continuación del consejo anterior, no olvidemos que algo que a muchos gusta es sencillamente caminar. Muchas familias limitan las salidas de la persona enferma por miedo a que se pierda o pase algo. Lo que hay que hacer es integrar el ejercicio y el salir al exterior en la rutina de la persona.

El sol es importantísimo en la salud de todos. No sólo porque ayuda a que podamos aprovechar algunas vitaminas sino también porque ayuda a situarnos en el momento del día en el que estamos y a poner en hora nuestro reloj interno.En algunas ciudades se están instalando jardines terapéuticos en los parques públicos para que personas con Alzheimer puedan pasar más tiempo en el exterior. Aprovechémoslo.

 El hecho de salir al exterior y hacer ejercicio tiene también enormes virtudes que pueden repercutir en el bienestar del mayor. Quien se cansa durante el día duerme y come mejor además de hacer mejores digestiones. Además, cuando camina quien sufre Alzheimer también lo hacemos nosotros.



  1. Sea comprensivo con quien vive con el Alzheimer

Cuando se sufre Alzheimer resulta muy difícil mejorar las habilidades que se mantienen y aún más recordar instrucciones. Por lo tanto necesita hacer ajustes empezando por las expectativas que tiene sobre lo que puede o no hacer su ser querido.

 Una actividad como poner la mesa, formada de varias pequeñas tareas puede ser un indicador de como avanza la enfermedad. Si dejamos que nuestro ser querido se encargue y lo haga cada día, conseguiremos que una actividad vinculada a un momento del día y a la alimentación, le ayude a tener puntos de referencia. A media que aparezcan los errores, es mejor no reprender ni llamar la atención sobre los mismos. Podemos reorganizar discretamente la mesa.



  1. Controle la toma de decisiones

Las personas con Alzheimer pueden ponerse nerviosas cuando tienen que decidir entre varias opciones. Por eso es bueno tomar el control de las elecciones cotidianas y presentarlas de una forma adecuada.

 ¿Qué blusa quieres ponerte hoy? Puede ser una pregunta generadora de angustia. Poner dos blusas encima de la cama y aprovechar el rato en que se viste para preguntar algo como “tenemos la blusa azul y la verde, a ver cuál te sienta mejor”, puede ser una opción mejor que, además nos permita, si vemos signos de confusión elegir nosotros una mientras le explicamos algo como “como se acera el verano y ha a hacer calor, mejor la verde que es más ligerita y te sienta mejor”.



  1. Esté listo para “Sundowning”

Esta palabra inglesa que significa “puesta de sol” se refiere a un empeoramiento de las alteraciones conductuales del enfermo al final de la tarde y principio de la noche. Es como si al llegar la noche los enfermos se volviesen más sensibles e irascibles.

Muchos han intentado dar una explicación a esta situación. Algunos lo han relacionado con alteraciones en los ciclos “noche-día” que sufren los enfermos de Alzheimer. Como si estuviesen en un continuo jet-lag; otros dicen que puede tener que ver con el cansancio acumulado durante el día tanto por parte del enfermo como del cuidador.

 No existe una única forma de afrontar esta situación, aunque los siete consejos anteriores pueden servir para prevenir. Algunos expertos recomiendan escuchar al enfermo. En fases no muy avanzadas es posible que pueda decirnos qué le produce malestar o inquietud. Pueden ser miedos relacionados con algo que le ha pasado durante su vida y relaciona con la llegada de la noche como que algo puede pasar o alguien puede entrar en casa. Vale la pena no enfrentarse o descartar de plano e incorporar en la rutina un repaso de las puertas y ventanas para ver que están bien cerradas.

 Aún haciendo eso vale la pena armarse de paciencia.



  1. Esté preparado para pedir ayuda

Cuidar a alguien que sufre Alzheimer requiere entender que estamos en un proceso en el que la persona enferma cada vez estará peor y requerirá más de nosotros. Además hay que asumir que la pérdida de la capacidad cognitiva comporta en muchas ocasiones que la afectividad se viva de forma diferente e incluso que nuestro ser querido se olvide de quiénes somos.

 Esto unido al esfuerzo físico que requiere la atención puede llevarnos a necesitar ayuda. Hay que aceptarlo y no considerar que recibir atención domiciliaria, usar un centro de día o incluso el ingreso en una residencia es un fracaso o una traición a nuestro ser querido.

 Un buen consejo es acudir a asociaciones de familiares de Alzheimer donde podemos recibir la primera ayuda que es el apoyo y consejo de alguien que ha vivido situaciones parecidas a la nuestra

Fuente:

www.inforesidencias.com

Diez peticiones de un enfermo de Alzheimer


SE PACIENTE CONMIGO, 
soy víctima de una enfermedad cerebral.
HÁBLAME, 
incluso aunque no siempre pueda contestarte.
SE AMABLE CONMIGO, 
cada día mi vida es una lucha desesperada.
TEN EN CUENTA MIS SENTIMIENTOS, 
están todavía muy vivos en mi interior.
TRÁTAME CON DIGNIDAD Y RESPETO, 
como yo te trataría a ti.
RECUÉRDAME MI PASADO, 
una vez fui una persona sana y activa.
RECUÉRDAME MI PRESENTE, 
ya que todavía estoy vivo.
RECUÉRDAME MI FUTURO, 
aunque pienses que es muy sombrío.
REZA POR MI, 
ya que permaneceré en tu pensamiento eternamente.
QUIÉREME, 
y los regalos de amor que me des serán una bendición para siempre.

#PorEllosValeLaPenaLuchar 
#SíEllosOlvidanNoLoHagasTú

jueves, 5 de noviembre de 2020

CUIDARSE NO ES SER EGOÍSTA


Usted es un cuidador si brinda cuidados a alguien que necesita ayuda. Cuidar a alguien puede ser duro para usted, más allá de la gran satisfacción que pueda sentir.

Para seguir siendo un buen cuidador, necesita ocuparse de sí mismo. Una forma en que puede hacerlo es asegurándose de tener descansos habituales de sus responsabilidades como cuidador.

A esto se lo llama relevo o respiro. Los descansos breves pueden ser una parte clave del mantenimiento de su propia salud.


¿Qué son los cuidados de relevo?

Espanol

Usted es un cuidador si se ocupa de alguien que necesita ayuda. Tomarse descansos breves puede ser la clave del mantenimiento de su propia salud.


Los cuidados de relevo le permiten al cuidador liberarse por un tiempo de sus responsabilidades relacionadas con la prestación de cuidados. Puede consistir en diferentes tipos de servicios en el hogar, en un centro de cuidados diurnos para adultos, o aún en un hogar de ancianos por un corto plazo para que los cuidadores puedan tener un descanso o incluso irse de vacaciones.

Las investigaciones muestran que aun unas pocas horas de relevo o respiro por semana pueden mejorar el bienestar del cuidador. 

Los cuidados de relevo pueden ser provistos por familiares, amigos, un grupo sin fines de lucro o una agencia gubernamental. Algunos de estos servicios podrían ser gratuitos o de bajo costo.

Familiares y amigos

Haga saber sus necesidades

Aquí le ofrecemos algunas sugerencias para conseguir ayuda de personas que conozca.

  1. Identifique una tarea relacionada con la prestación de cuidados o un periodo de tiempo en que le gustaría que lo ayudaran. Quizás haya una reunión de un club de lectura a la que le gustaría asistir y que se haya estado perdiendo debido a sus responsabilidades como cuidador. Cuando alguien le diga “¿Qué puedo hacer para ayudar?”, esté listo para responder con una tarea o un horario específico, como “Me ayudaría mucho si te pudieras quedar con mamá el martes a la noche para que yo pueda ir a mi club de lectura por 2 horas”.
  2. Sea comprensivo si le dicen que no. Tal vez la persona no pueda ayudarlo con ese pedido específico, pero podría hacerlo en otro momento. No tema pedir de nuevo.
  3. Si le resulta difícil pedir ayuda cara a cara, pruebe escribirles un mensaje electrónico sobre sus necesidades a sus amigos y familiares. Establezca un calendario compartido en línea o una herramienta para programar horarios en donde las personas se puedan anotar para darle un descanso a usted con regularidad.

Su médico u otro proveedor de atención médica

¿Su médico sabe que usted es un cuidador?

  • Su médico debería estar al tanto de las necesidades especiales que usted tiene como cuidador. Asegúrese de decirle a su médico si sus responsabilidades como cuidador lo hacen sentir deprimido o ansioso. Los profesionales de atención médica también podrían saber sobre grupos de apoyo ofrecidos en la comunidad.
  • Avísele a su médico (o al médico de la persona que usted cuida) que necesita ayuda para encontrar cuidados de relevo.

¿Todavía no consigue un descanso?

Piense en la idea de unirse a un grupo de apoyo en línea. Es importante que usted tenga una oportunidad para compartir sus experiencias con otras personas en situaciones similares, y conseguir apoyo y nuevos recursos de ellas.


Recuerde: Para ser un cuidador eficaz, debe cuidarse a sí mismo. La persona a quien le brinda cuidados cuenta con usted.

Derechos de las personas cuidadoras


-El derecho a dedicar tiempo y actividades a sí misma sin sentimientos de culpa.

-El derecho a experimentar sentimientos negativos por ver enfermo o estar perdiendo a un ser querido.

-El derecho a resolver por nosotros mismos aquello que seamos capaces y el derecho a preguntar sobre aquello que no comprendamos.

-El derecho a buscar las soluciones que se ajusten razonablemente a nuestras necesidades y la de nuestros seres queridos.

-El derecho a ser tratados con respeto por aquellos a quienes solicitamos consejo y ayuda.

-El derecho a cometer errores y ser disculpados por ello.

-El derecho a ser reconocidos como miembros valiosos y fundamentales de nuestra familia incluso cuando nuestros puntos de vista sean distintos.

-El derecho a querernos nosotros mismos y a admitir que hacemos lo que es humanamente posible.

-El derecho a aprender y a disponer del tiempo necesario para aprenderlo.

-El derecho a admitir y expresar sentimientos, tanto positivos como negativos.

-El derecho a “decir no” ante demandas excesivas, inapropiadas y poco realistas.

-El derecho a seguir la propia vida.

MANIFIESTO «DÍA DEL CUIDADOR»


El Consejo General de la Psicología y el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid queremos hacer público un manifiesto para conmemorar el Día del Cuidador.

Cuídate para cuidar.

Se define al cuidador o cuidadora como “aquella persona que asiste o cuida a otra afectada de cualquier tipo de discapacidad, minusvalía o incapacidad que le dificulta o impide el desarrollo normal de sus actividades vitales cotidianas o de sus relaciones sociales” (Flórez y Andeva, 1997).

Esta labor de ayuda, que es desempeñada de manera frecuente por familiares o personas cercanas que tienen un vínculo afectivo con la persona dependiente, resulta en ocasiones penosa porque supone una carga difícil de sobrellevar, no solo física sino también psicológica. Una experiencia prolongada en el tiempo que exige una reorganización familiar y laboral en función de las tareas de cuidar.

Cuidar supone:

- Perder libertad.
- No tener horarios.
- No tener tiempo libre ni para la familia ni para los amigos.
- No disfrutar de vacaciones.
- Realizar un esfuerzo que no recibe ninguna recompensa, a veces ni agradecimiento.
- Sentirse solo, triste, preocupado
- Dificultades para conciliar el cuidado del familiar con el trabajo
- Que el rendimiento laboral se vea afectado por la sobrecarga de cuidar
- Sufrir, por saber que el final será duro, que no habrá solución y que tendrá que tomar decisiones difíciles.
- Problemas de salud física y mental.

Una cuidadora o cuidador se enfrenta a cada situación de Dependencia de manera diferente. Cada persona posee estrategias de afrontamiento distintas para abordar las situaciones negativas, pero cuando la persona no es capaz de adaptarse a las circunstancias de una manera positiva aparece el llamado “Síndrome del Cuidador”, que se manifiesta con síntomas como: nerviosismo, estrés, tristeza, disminución del apetito, dolores, sudoraciones, taquicardias, trastornos del sueño, falta de atención, problemas de memoria, afecciones de la piel, reducción del rendimiento laboral, automedicación, disminución del autocuidado, etc.

Para poder cuidar es necesario cuidarse a uno mismo, mantener un buen estado de salud, sentirse bien a nivel emocional y tener calidad de vida. Esto se traducirá en prestar una atención de calidad a la persona dependiente.

La persona que cuida necesita:

- Cuidar su salud, a nivel físico y psicológico.
- Orientación e información para entender la enfermedad y problemas de salud de la persona dependiente.
- Conocer en términos realistas las posibilidades de recuperación, rehabilitación y reinserción en la vida cotidiana.
- Conocer los recursos disponibles a los que puede recurrir para facilitar el cuidado.
- Recursos para tener a su familiar cuidado y poder continuar con su vida.
- Escucha, comprensión y apoyo.
- Orientación, información para entender sus sentimientos, emociones, preocupaciones y estrategias de afrontamiento.
- Tiempo libre.
- Aprender a pensar en su bienestar.
- Autocuidado y orientación para realizarlo.
- Mantener la vida social.
- Conocer sus límites y aceptar que no puede con todo.
- Aprender a pedir ayuda.
- Que su esfuerzo y dedicación sea valorado.

Desde la Psicología llevamos años proporcionando ayuda y apoyo a los cuidadores a través de:

- Planes de prevención e intervención psicológica para los cuidadores, con el objetivo de proporcionar calidad de vida integral.
- Información, asesoramiento y formación de calidad y actualizada.
- Apoyo y atención psicológica, estrategias de conducta, toma de decisiones y fomento de la autoestima a cuidadores, tanto a nivel individual como parte de un equipo interdisciplinar.
- Investigación y del conocimiento científico actual sobre sistemas de seguimiento y control de los índices de prevalencia e incidencia; patologías asociadas; índices de mortalidad, sexo, edad y perfil de cuidadores; problemas de salud mental asociadas a las tareas de cuidado; impacto emocional, social y familiar.

Hoy 5 de noviembre, con motivo del Día del Cuidador, desde el Grupo de Trabajo de Psicología del Envejecimiento queremos dar a conocer esta labor y representar, reivindicar y difundir la profesión y el rol del psicólogo en la atención al cuidador ante la sociedad, el sector de atención gerontológica y la administración.

http://bit.ly/32kXuZe

miércoles, 4 de noviembre de 2020

¿Por qué un día mundial del cuidador de Alzheimer?

 
Los cuidadores de pacientes con Alzheimer son personas que entrañan un gran riesgo en su salud por las consecuencias del intenso cuidado de éste tipo de pacientes. La carga que soportan es tal que, si no tienen las suficientes y apropiadas orientaciones y apoyos, puede hacer que su salud, fuerzas y ánimo flaqueen. La enfermedad es tan compleja y globalizada que requiere una atención plena y cierta cualificación para ser capaces de manejar la sintomatología y gestionar las emociones que pueden desestabilizarse en el propio cuidador.

Teniendo en cuanta las previsiones con respecto al envejecimiento de la población de aquí al año 2050, y a su vez, las relacionadas con la incidencia de la enfermedad de Alzheimer, estamos ante una problemática mundial que hoy por hoy no ha hecho más que comenzar. Estas predicciones deberían ir acompañadas de una serie de medidas y apoyos para que, en la medida de lo posible, se optimice la calidad de vida tanto de los propios pacientes como de sus cuidadores. Además de las múltiples investigaciones que en éste momento se encuentran trabajando para averiguar un poco más sobre esta enfermedad y sobre su posible cura, las medidas deberían ir orientadas al cuidado, atención y formación de los enfermos y cuidadores que se encargarán de ellos.

Un Día Mundial del cuidador de Alzheimer proporciona en primer lugar reconocimiento a la difícil labor de estas personas. Gracias a ese reconocimiento se dará voz a profesionales, cuidadores y enfermos proporcionando un espacio de expresión, formación y atención. Se extenderá la famosa “Cultura del envejecimiento activo” que tan importante es para prevenir los efectos de esta enfermedad. Se logrará una mayor concienciación de la enfermedad y de la labor del cuidador, y posiblemente se logren mayores recursos para continuar y potenciar su investigación.

Las 10 reglas del cuidador


Vivir las 24 horas del día y de la noche con un familiar afectado por la enfermedad de Alzheimer es una prueba para la que ninguna persona está preparada.


Estos diez consejos le servirán como reglas de oro para “capear" con éxito las situaciones que se le van a presentar.

Léalas detenidamente.

No intente aplicarlas todos a la vez. Elija el o los consejos que mejor le parecen adecuarse con la situación actual.

* Regla 1: mantener la calma

Es la primera de todas las reglas.

A menudo usted se sentirá irritado/a, desasosegado/a, nervioso/a, por la conducta de su familiar.

No se encolerice. Esto no sirve para nada pues su familiar no se comporta según las reglas habituales, familiares, sociales o de convivencia, las olvida.

Su conducta no responde ya a una lógica. No tiene la intención de ponerle a usted en una situación desagradable sino que reacciona respondiendo a un estado mental que no es como el suyo.

La dificultad viene porque en parte sigue siendo él mismo pero la enfermedad le vuelve diferente. Hay que aprender a distinguir la persona que conocía del enfermo en él que se ha convertido.

Por otra parte, si usted le presiona, reaccionará a su enfado, encolerizándose, gritando, agitándose...

Estas reacciones (que le pueden parecer verdaderos despropósitos) incrementarán su estrés y le harán la vida imposible. Trate, al máximo, de no desencadenarlas.

* Regla 2: dejarle el tiempo que necesita

Muy a menudo, se piensa que las pérdidas de memoria disminuyen si se somete al enfermo a una estimulación permanente.

De buena fe, el cuidador puede inducir una “hiperestimulación", es un error.

Si usted le pide a su familiar demasiado (si le hace muchas preguntas, si le encomienda actividades difíciles de realizar o muy continuadas) se encolerizará, gritará y romperá los objetos.

Es su forma de comunicarle que no puede controlar la situación.

Déjele respirar. Déjele tiempo para hacer tareas aunque tarde más de media hora. No encadene las actividades unas tras otras. Si le hace una pregunta, dele tiempo para comprenderla y para contestarla.

En general, es bueno estimularlo para realizar actividades de las que todavía es capaz, pero evite hacerle sentir en una situación de fracaso pidiéndole cosas que ya no puede hacer.

* Regla 3: dejarle vivir a su ritmo sin intervenir sistemáticamente en su manera de vivir

Hay que evitar dos actitudes muy frecuentes:

    1. La que consiste en impedirle realizar las actividades caseras porque las lleva a cabo mal o de una manera que a usted no le gusta, “No pone bien la mesa, equivocando los cubiertos y los platos; hace mal las camas, no coloca sus cosas donde debería". A menudo los enfermos permanecen inactivos y olvidan mucho más rápidamente los hábitos de la vida diaria porque la familia los aparta de la vida familiar. Esta exclusión genera un sentimiento de fracaso, lo que disminuye aún más su autoestima,
    2. La que consiste en dejarle hacer lo que quiere. Mientras su actividad no sea peligrosa para él o para los demás miembros de la familia, déjele libertad para continuarla, incluso si su actitud es extraña o no habitual. Si quiere acostarse con su sombrero, déjele. Si ella juega con una muñeca creyendo que se trata de su nieta, permítaselo. Por el contrario, manténgase firme impidiéndole actividades que pueden llegar a ser peligrosas. Niéguese a dejarle conducir el coche, a tocar la llave del gas, a jugar con objetos cortantes, a fumar en la cama… si considera que ya no está capacitado para ello.

* Regla 4: no discutir

Su familiar puede encontrar buenas razones para justificar sus olvidos.

Puede acusarle de haberle robado su monedero si ya no lo encuentra.

No discuta con él.

Su lógica ha dejado de ser la nuestra.

Asimismo, evite, en su presencia las discusiones con otros miembros de la familia y los comentarios negativos.

*Regla 5: no regañarle

Poco a poco se olvida de las convenciones que rigen las relaciones sociales.

Aparece una desinhibición que explica las conductas inapropiadas.

No sirve de nada regañarle o amenazarle, incluso con el dedo.

Mucho mejor felicitarle aún que no ha cumplido bien lo que estaba haciendo.

* Regla 6: no tomar a mal sus conductas ilógicas o incoherentes

Los trastornos del comportamiento que pueden manifestarse no son dirigidos contra usted, su familiar no lo hace a propósito para fastidiarle.

Es su manera de reaccionar ante una situación que ya no domina.

* Regla 7: organizar su vida de forma rutinaria

Usted sabe que su enfermo pierde poco a poco la memoria, lo que quiere decir que es incapaz de aprender nuevas formas de actuar.

Por ejemplo, cada uno de nosotros tenemos nuestras propias costumbres a la hora de lavarnos, vestirnos, comer. Es nuestra rutina.

Hay que utilizar al máximo la rutina que su familiar elaboró en el transcurso de su vida, manteniéndola y evitando innovar: hacer siempre las mismas cosas, en el mismo orden, en el mismo sitio y a la misma hora.

Le facilitará la vida de su enfermo y la suya propia.

* Regla 8: preparase a tomar decisiones en su lugar

Su familiar tenía una responsabilidad total, o parcial, sobre las decisiones relacionadas con la vida familiar y, siempre, sobre las decisiones relativas a su propia vida.

Usted sabe que llegará un momento en el que su estado ya no le permita tomar estas decisiones.

Sobre usted y los demás miembros de la familia, recae ahora el peso de las decisiones.

Ya se dará usted cuenta de que las decisiones son múltiples y diferentes: algunas concernientes a la gestión económica del hogar, otras son relativas a la vida en común y a los hijos.

También existen decisiones “médicas" que afectan a la propia vida de su familiar: ¿hay que autorizar un ingreso hospitalario o una intervención? ¿Debe participar en algún ensayo terapéutico?

En cualquier caso hacer frente, solo, a una decisión difícil es angustioso. Si tiene usted familia, implíqueles en el proceso de toma de decisiones. Así, la familia podrá discutir, sopesar y compartir la responsabilidad.

* Regla 9: simular situaciones que puedan producirse

Siempre es difícil reaccionar con eficacia ante una situación imprevista.

La improvisación, sobre todo en un contexto estresante, es mala cosa.

Pongamos un ejemplo. Su familiar sale de compras por su barrio. Pasan tres horas y no vuelve a casa: Se ha perdido.

Usted se asusta. ¿Hay que ir a buscarlo? ¿Es mejor esperarlo?

¿A quién hay que avisar? ¿Llamo a los hospitales? ¿A la policía?

Si usted ha pensado en esta posibilidad, estará mejor preparado para afrontar la situación. ¿Está provisto de una pulsera, de una medalla o de una tarjeta de identificación en la que figuran su nombre, apellidos, dirección y el número de teléfono? ¿Ha hablado usted de su enfermedad con los vecinos para que puedan ayudarle a reconstruir el camino que ha seguido?

¿Tiene usted a mano el número de teléfono de la comisaría más cercana para denunciar su desaparición?

¿Tiene usted una foto reciente para ayudar a identificarle?

¿Es usted capaz de describir cómo iba vestido?

Pensar en las situaciones que pueden ocurrir y saber cómo actuar, disminuirá su angustia y, si la situación se produce, aumentará la eficacia de sus decisiones.

* Regla 10: cuidarse de uno mismo

No se le repetirá nunca lo suficiente.

Ha aceptado enfrentarse a una situación difícil, de corazón y con todo el amor que usted siente hacia su familiar.

Pero la más bella de las abnegaciones no le dará la fuerza física para resistir a los cuidados y a la atención que es preciso dispensar durante las 24 horas del día.

La persona que cuida a un familiar con Alzheimer en casa le dedica una media de 8 horas al día, cada día de la semana.

¿Cuánto tiempo resistiría usted si no se concediera plazos para descansar, para dormir o, simplemente para tener un respiro? ¿Cómo se encontrará de humor? ¿Cuáles serán sus reacciones cuando el enfermo cometa algún error? ¿Cuál será la calidad de los cuidados que le dará?


Recuerde que en la mitad de los casos, el ingreso del enfermo en una residencia se debe al agotamiento de su cuidador.

#CuidarseParaCuidar

#CuidandoAlCuidador

QUIEN ES EL CUIDADOR...???


Por tradición, la familia ha asumido una parte importante en los cuidados de las personas mayores, de pacientes con enfermedades crónicas incapacitantes, que viven o no, en el mismo domicilio. 
Pero dentro del núcleo familiar estas tareas nunca han estado repartidas de forma ecuánime entre sus miembros. 
Según datos extraídos del informe del Imserso de 2004, el 82% de los cuidadores son mujeres. De este porcentaje, un 43% son las hijas, un 22% son esposas y aproximadamente el 8% son nueras del paciente. 
La edad media de las cuidadoras es de 52 años, aunque el 20% superan ampliamente la sesentena.

Además, el 60% de los cuidadores informales no comparte la tarea con otras personas, sean de la familia o no. La rotación familiar o sustitución del cuidador principal se da en muy pocos casos. 
La mayoría están casados, comparten domicilio con el paciente dependiente y tiene una percepción de prestar cuidados de forma permanente y continua. 
Por esta razón, la valoración sanitaria a domicilio de cualquier persona con algún tipo de discapacidad importante, física o psíquica, que requiera de ayuda de cuidadores, ha de incluir tanto la evaluación del propio paciente como de la persona encargada de su cuidado.

El aumento de la esperanza de vida y el consiguiente envejecimiento de la población, que va asociado a múltiples enfermedades crónicas e incapacitantes, y la reducción de la estancia hospitalaria son factores que determinan que uno de los servicios esenciales en cuanto a sanidad se refiere sea la atención sanitaria a domicilio. 
Y para que esta atención sea de calidad es necesario contar con la presencia del cuidador informal.

#CuidarseParaCuidar #CuidandoAlCuidador

lunes, 2 de noviembre de 2020

CUANDO YO MUERA

No derrames una lágrima de tristeza porque he muerto... 
Derrama una lágrima de alegría porque estoy descansando... 
No llores porque he muerto, mejor sonríe porque ya no sufro... 
Cuando yo muera, no te acerques a mi ataúd a pedir perdón, porque ya no podré oírte... 
Mejor dime que encontraré la paz.
No me digas cuanto me querías, si en vida no pudiste hacerlo de corazón, ahora menos lo harás...
Mejor deseame que encuentre la paz que necesito.
Cuando yo muera, no me regales flores, porque no podré verlas...
Mejor siembra esa flor que sabes que yo amaba. 
No pongas en mi ataúd lo que más me gustaba, si en vida no me los diste, ¿para hacerlo qué ahora?
Cuando yo muera... 
No te arrepientas y me digas cuanto sufres por mi ausencia... 
Si en vida no valoraste mi presencia... 
Muchas veces me hizo falta una compañía y tu no estuviste a mi lado... 
Cuando yo muera solo te pido una cosa, recuérdame como fui en vida y ten presente los buenos momentos que juntos vivimos...
Solo recuerda... 
No he muerto simplemente he terminado mi vida en este mundo, no he muerto porque sigo mi camino hacía otro mundo, donde te estaré esperando, pero tarda mucho tiempo en llegar, que yo, desde aquí te cuidaré...
Recuerda que si vivo en tu corazón no habré muerto y moriré hasta que tú decidas sacarme de él.

domingo, 1 de noviembre de 2020

"Querida Madre"


Hoy como cada día de mi vida vuelvo a sentir la necesidad de tenerte a mi lado. Acariciar tu hermoso pelo, mirar tus ojos, sentir que la vida merece si tú estás en ella.

No hago más que preguntarme qué te gustaría a ti que yo hiciera con mi vida, con mis sueños, con mi futuro pero también con mi presente. Me enseñaste que hay que labrar la vida como el agricultor a la tierra para poder recoger la cosecha, y esa cosecha madre deseo recogerla junto contigo algún día, cuando así Dios lo permita, dame fuerzas para llevar adelante mi objetivo de vida, y muchas gracias por ser una madre tan especial, merecedora de todos los halagos que en el mundo pudieran existir.

Muchos han sufrido la ausencia de ese ser tan maravilloso que es la madre, pero muchos más la tienen con vida y tal vez no valoren esa joya preciosa que el día que les falte invitará a pensar en lo mucho que pudieron darle en su momento, amor, cariño, comprensión apego, saber que tenemos hijos nos llena, pero recibir de ello la reciprocidad de unos sentimientos antes aportados, dedicación, esfuerzo, no es una paga, es una premiación en justa recompensa.

Para todas las madres que fallecieron y que viven en nuestros corazones.

"No desaparece lo que muere, sino lo que se olvida"