La enfermedad de Alzheimer lleva asociados ciertos síntomas bastante frecuentes y comunes en las personas que la padecen. Uno de ellos es la apatía, definida como desmotivación, inactividad, indiferencia o ensimismamiento.
En 2006, Levy y Dubois la definen como “un déficit persistente de la motivación y una ausencia o disminución de sentimientos, emociones o intereses que conducen a una reducción significativa de conductas dirigidas a una meta concreta”.
Junto a la depresión, la apatía es uno de los síntomas más comunes en el Alzheimer.
La aparición de la apatía suele darse de forma temprana. Es frecuente su aparición como consecuencia de las dificultades que se experimentan en las actividades de la vida diaria. También puede aparecer si predominan lesiones en los lóbulos frontales del cerebro. Así, es fundamental identificarla para poder realizar las intervenciones necesarias.
La apatía puede conexistir con otros trastornos como la deambulación o la excitación.
Recomendaciones para disminuir la apatía.
Los expertos recomiendan ciertas tareas para evitar su inicio o reducirla:
Estimular a la persona para realizar una actividad (evitar si su puesta en marcha produce excitación).
Aceptar pequeñas tareas realizadas (es el inicio de otras mayores).
Reforzar el mínimo esfuerzo, aunque no acabe la tarea.
Intentar mantener cierta actividad física (masa muscular y funcionamiento de articulaciones adecuadas).
Estimular con actividades mentales.
Mantener el interés por el entorno y sus actividades gratificantes que aumenten su sentimiento de utilidad.
Por ejemplo, se pueden dar paseos por lugares conocidos, visualizar fotografías o vídeos que formen parte de su historia de vida o escuchar música significativa. Este tipo de actividades motivarán a la persona para mantenerse activo.
Fuente:
J, Peña-Casanova. “Las alteraciones psicológicas y del comportamiento en la enfermedad de Alzheimer”.
Fundación La Caixa.
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