domingo, 18 de octubre de 2020

Ejercicio para el paciente con Alzheimer avanzado.


La enfermedad de Alzheimer no sólo afecta la memoria, sino varias de las funciones que tienen que ver con la actividad cerebral, como la coordinación y el movimiento voluntario. El paciente parece no recordar cómo mover alguna extremidad o cómo ejecutar algún movimiento en especial.

En las primeras etapas de esta enfermedad, es posible tener actividades voluntarias con los pacientes, pero conforme va avanzando el deterioro se van perdiendo algunas otras capacidades. 

Cuando el paciente es capaz de realizar movimientos voluntarios, se pueden aplicar ejercicios de varios tipos: estiramiento, fortalecimiento, coordinación, etc. Pero al paso del tiempo, se va dificultando toda actividad, de tal forma que ya no es posible esperar mucha cooperación del paciente. Es ahí donde se introduce una modalidad de la rehabilitación denominada ejercicio pasivo.

Los ejercicios pasivos los realiza otra persona diferente al paciente, en algunos casos se puede lograr alguna actividad voluntaria, entonces se convierten en ejercicios activos-asistidos.  

Los ejercicios pasivos tienen como objetivo movilizar una articulación, un segmento corporal o toda una extremidad para mejorar su función; por ejemplo, evitar contracturas en los músculos, dar estimulación vascular en arterias y venas, mejorar la irrigación de la piel, evitar atrofia muscular, etc. 

En la aplicación de estos ejercicios se debe llevar un orden. Se recomienda iniciar por las extremidades superiores: cuello, tronco y extremidades inferiores. 

Antes de iniciar cualquier tipo de ejercicios, se deberán de tomar los signos vitales y verificar que estén dentro de lo adecuado. Como los pacientes tienen pocas facultades para movilizarse, se le deberá colocar en un colchón blando, vigilar que al inicio el pañal esté limpio, y de preferencia que haya orinado y defecado.  

Los movimientos deben de ser suaves y sin brusquedad; hay que recordar que la sensibilidad permanece vigente y el dolor puede provocar reacciones adversas. 

Es conveniente que los familiares de los pacientes con Alzheimer aprendan la forma de movilizarlos, además de cambiarlos de posición cada dos o tres horas. Con ello se evitan muchas complicaciones que deterioran aún más, no sólo la calidad de vida, sino que causan sufrimiento innecesario.

El empleo de pelotas o cilindros de plástico pueden mejorar la calidad de la terapia y facilitar la ejecución de los ejercicios, sólo que hay que aprender a utilizarlos para evitar accidentes. 

La estimulación sensorial tiene controversias. Existen médicos que no la recomiendan por considerarla ineficaz en una persona con déficit cognoscitivo; otros,  por el contrario, sí la recomiendan, pues aseguran la imposibilidad de saber si el paciente oye o no. Más allá de una discusión bizantina, lo que sí mejora es la interrelación con los familiares o personas que lo cuidan, ya que la práctica mediante los estímulos de voz, tacto o imágenes  hace más humana la relación, y evita que ese ser humano se convierta en un objeto. De ahí que siempre se le hable por su nombre, se comente como si escuchara y se le presenten estímulos visuales. 

Los estímulos táctiles suaves tienen un efecto positivo y tranquilizador, lo cual también forma parte de la rehabilitación.


Hay que recordar que en la enfermedad de Alzheimer no sólo es la memoria lo que se pierde, sino que hay transformaciones afectivas y cambios del humor, a veces en forma lenta y otras de manera súbita. Las actividades con el paciente deberán de realizarse dos o tres veces al día. Para ello, se deberán formar redes de apoyo para evitar el síndrome de fatiga crónica del cuidador.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario