jueves, 15 de marzo de 2018

La hidratación en los mayores

La hidratación en los mayores

Es imposible sobrevivir sin agua más de una semana, mientras que sin alimentos se podría subsistir hasta un mes o mes y medio. En el caso de las personas mayores esta afirmación es más susceptible si cabe puesto que los ancianos son los más vulnerables frente a la deshidratación, un problema muy importante, y que es responsable de muchas hospitalizaciones, además de que en algunos casos contribuye a la muerte. ¿Por qué?

Primitivo Ramos Cordero, médico especialista en Geriatría y secretario general de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, explica a Infosalus que en las personas ancianas confluyen una serie de factores. En primer lugar, cita a la propia edad, ya que según ésta avanza, es necesario consumir más líquidos, agua fundamentalmente, pues los mayores tienen disminuida la percepción de la sed y se sacian antes.

Asimismo, apunta a las alteraciones gustativas, ya que a medida que aumentan los años se pierde el placer y apetencia por los líquidos, por la atrofia que sufren las papilas gustativas o bien por la presencia de enfermedades añadidas (enfermedad de Parkinson, enfermedad de Alzheimer, etc.) o por la toma de medicamentos (digoxina, anticolinérgicos).

Igualmente, hace mención a la función renal ya que, a medida que se envejece, se va encontrando una dificultad para lograr una correcta eliminación de los productos orgánicos de desecho, además de un enlentecimiento de la función digestiva, de los movimientos propulsivos del aparato digestivo, aumentando las necesidades de agua para evitar el estreñimiento.

"La toma de los medicamentos que a menudo deben tomar debido a sus problemas de salud, modifican y aumentan las necesidades de agua como los diuréticos, la fenitoína, la teofilina, los broncodilatadores, los laxantes o los psicofármacos, entre otros. También encontraríamos la falta de accesibilidad a la fuente de agua o líquidos por los problemas de desplazamientos, deficiencias visuales, por ejemplo; a la vez que las restricciones de la ingesta que la propia persona mayor se impone a sí misma para eludir la incomodidad de la micción nocturna, evitar los episodios de incontinencia urinaria nocturna, la incontinencia urinaria de esfuerzo y la urgencia miccional", agrega.

REQUERIMIENTOS DE LÍQUIDOS EN LAS PERSONAS MAYORES

Una persona mayor, con un peso entre 55-70 kilos, requerirá en condiciones normales, de unos 2 litros de líquidos al día, es decir, de unos 8-10 vasos de agua, indica Cordero. Los mayores precisan de un aporte extraordinario de agua en relación a los adultos, para así poder mantener la función de filtrado renal, la excreción de desechos (urea, sodio, etc.), la hidratación y el equilibrio hidroelectrolítico apropiado, un movimiento intestinal adecuado que evite el estreñimiento, así como para mantener la temperatura corporal.

Sobre los signos de deshidratación en ancianos, el geriatra alerta de que las manifestaciones clínicas en fases iniciales son "bastante inespecíficas y poco elocuentes", especialmente en los mayores con problemas mentales. "En que el mecanismo de la sed se despierta cuando se ha perdido ya el 1-1,5% del líquido corporal, que es cuando comienza el proceso de deshidratación, es decir que realmente, cuando sentimos sed, ya podemos estar ante una deshidratación subclínica", avisa.

Concretamente detalla que una persona deshidrata puede presentar: sed intensa, pérdida de apetito, malestar, fatiga, debilidad y cefalea, boca seca, disminución de la orina y concentración de la misma, hormigueo, somnolencia, pérdida de concentración, impaciencia, inestabilidad emocional, desorientación-confusión, caídas, estreñimiento, naúseas, aumento de la temperatura, taquicardia, respiración acelerada, fatiga, mareos, confusión mental, caídas, debilidad muscular, cianosis, oliguria, estreñimiento, infecciones, o problemas de equilibrio y de circulación, lengua hinchada, fallo renal; entre otros.

RECOMENDACIONES

Por todo ello, establece unas recomendaciones para las personas mayores, que amortiguarían las necesidades adicionales de líquidos, evitando cuadros de deshidratación y descompensaciones orgánicas, ante determinadas situaciones extraordinarias como las siguientes:

- Aumento de temperatura ambiental: añadir 300 ml de agua extraordinarios, por cada grado de temperatura por encima de los 37º C.

   - Problemas digestivos (vómitos o diarreas): incrementar la ingestión diaria de líquidos en 600 ml.

   - Problemas de salud que se acompañen de respiración acelerada, aumentar la ingestión diaria de líquidos en 600 ml.

   ·En aquellas situaciones en las que se produzcan aumento de las necesidades de líquidos como fiebre, calor, sudoración, actividad y ejercicio físico: incrementar el consumo de agua llegando hasta los 45 ml/kilogramo de peso y día, o bien ingerir 1,5 ml de agua por cada kilocaloría aportada en la dieta, pudiendo llegar a una ingesta en torno a 3-4 litros de líquidos al día.

   - Ante situaciones de estrés, debemos incrementar la ingesta, pasando a tomar 1,5 ml por cada kilocaloría ingerida, pudiendo llegar a 3500 ml/día en función de la intensidad del ejercicio, pérdidas, etc.

   - La ingesta de líquidos se efectuará gradualmente a lo largo del día, forzando más en la mañana y tarde que en la noche, para así evitar los despertares y la incontinencia nocturna.

   - En cada comida (desayuno, comida, merienda y cena) debemos tomar un vaso de agua para favorecer la ingestión de sólidos. Evitemos beber inmediatamente antes, así como sobrepasar 1,5 vasos en la comida, pues nos provocaría sensación de llenado gástrico y saciedad.

   - Entre las comidas, debemos tomar al menos 4-6 vasos de agua fraccionados, como si se tratase de un medicamento prescrito.

- Al levantarse por la mañana, en ayunas, es muy saludable beber aproximadamente 300-400 ml, de forma gradual durante 10-15 minutos, ya que produce un efecto sobre la movilidad intestinal (peristaltismo) que evita el estreñimiento y produce un efecto diurético de arrastre, a los 20-30 minutos de haberla tomado.

   - Sólo se restringirá la ingesta líquida en aquellas personas a las que le sea imprescindible para su subsistencia, por las posibles descompensaciones que puedan sufrir algunos problemas de salud como insuficiencia cardíaca severa, edemas severos, insuficiencia renal muy avanzada, etc.

   - El agua debe ser sin gas para evitar las flatulencias, no debe ser muy rica en minerales, para evitar desequilibrios hidroelectrolíticos y descompensaciones de patologías como la hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca congestiva, etc.

- No es necesario que toda la ingesta de líquidos la efectuemos exclusivamente a expensas de agua, se puede adaptar a las apetencias individuales con leche, zumos, infusiones, tisanas, caldos, sopas, gelatinas, etc.

   - El agua se debe tomar a una temperatura agradable. Se considera óptima entre 12-14ºC. Evitar temperaturas más frías por irritaciones faríngeas (faringotraqueitis), etc.

   En épocas estivales utilizar alimentos ricos en agua: leche entera o preferentemente desnatada o semidesnatada, yogur, verduras, fresa, sandía, melón, zumos, etc.

   "Me gustaría recalcar la importancia del agua, que no debe reservarse exclusivamente a las etapas estivales, que se acompañan de olas de calor, sino que ha de tener protagonismo más allá de estos períodos, dándole la misma importancia que a cualquier otro nutriente. Sólo así conseguiremos mitigar en gran parte los problemas derivados como consecuencia de la deshidratación y reduciremos las tasas de mortalidad por este fenómeno, en un colectivo tan vulnerable frente a los mismos, como es el de las personas mayores", sentencia Cordero.

Fuente: Infosalus

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