10 formas de reconocer la tensión física, mental y emocional.
1 – Negación sobre la enfermedad y sus efectos en la persona. Pensar que la persona “va a mejorar” o que actúa de esa manera “para llamar la atención o para no hacer las cosas”.
2 – Enojo contra la persona con Alzheimer u otras personas. Enojarse, por ejemplo, si la persona pregunta varias veces lo mismo o descargar en la persona la frustración con su situación.
3 – Aislamiento de amistades y actividades que antes le gustaban. La persona a cargo se siente abrumada y se aleja de sus obligaciones o de sus allegados, y no logra disfrutar de actividades debido a la preocupación.
4 – Ansiedad de enfrentarse al futuro. Angustiarse pensando en qué pasará cuando su ser querido necesite más cuidados.
5 – Depresión. La persona a cargo del cuidado comienza a desalentarse por su frustración de seguir adelante y parece no importarle nada.
6 – Agotamiento. Se hace imposible ejercer los deberes cotidianos. La persona a cargo del cuidado se siente cansada para desempeñar otra tarea.
7 – Insomnio, causado por una interminable lista de preocupaciones. Por ejemplo, no dormir tranquilo por pensar que la persona con Alzheimer puede salir de la casa, caerse o lastimarse.
8 – Irritabilidad. La persona quiere que “la dejen en paz” en todo momento.
9 – Falta de concentración, que hace más difícil efectuar tareas simples. La persona a cargo del cuidado olvida citas, compromisos y otras obligaciones.
10 – Problemas de salud, físicos o mentales, que empiezan a aparecer. La persona no puede recordar la última vez que se sintió bien.
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