martes, 31 de diciembre de 2019
jueves, 26 de diciembre de 2019
Consejos de seguridad
miércoles, 25 de diciembre de 2019
CARTA DE UN HIJO A SU MADRE
Ayer fue el día más triste de mi vida: enterré a mi madre.
Cuando miré su dulce y adorable cara y su cabello plateado por el tiempo, me di cuenta que esa sería la última vez que la vería. Muchos pensamientos vinieron entonces a mi mente:
Cuando por las tardes o las noches no teníamos quien nos cuidara a los niños, acudíamos a mi madre, porque no queríamos perdernos la función de cine, o la fiesta en casa del amigo. Ella nunca se negó, jamás nos dijo que tenía otros planes o yo no quise darme cuenta. En una ocasión, me prometí comprar un boleto extra, y llevarla a ver las películas que le gustaban.
Pero nunca compré el boleto.
Una vez nos encontramos en la panadería y vi que su suéter estaba un poco desteñido y viejo. Entonces pensé que debería llevarla al centro, y comprarle uno nuevo. Sabía que, aunque ella lo necesitaba, nunca me lo pediría, así era ella.
Pero siempre tuve otras cosas que hacer, y mi madre siguió con su suéter viejo
Recuerdo su último cumpleaños. Le mandamos unas azaleas blancas bellísimas, con una nota que decía:
“Lamentamos no poder estar contigo en esta fecha, pero con estas flores te enviamos todo nuestro amor”.
Esa tarde, había un programa de televisión muy importante, y por la noche estábamos invitados a una fiesta.
Recuerdo la última vez que vi a mi madre viva; fue en la boda de un primo, se veía más viejecita y cansada. Entonces pensé en mandarla a unas vacaciones con su hermano en la costa. Que se asoleara un poco, para que no se viera tan pálida.
Pero nunca lo hice, siempre tuve, supuestamente, cosas más importantes que hacer.
Si yo pudiera regresar las hojas del almanaque, le compraría todos los suéteres del mundo, la llevaría al cine, y pasaría todos sus cumpleaños a su lado.
Si yo pudiera regresar en el tiempo, la mandaría a ver a su hermano, y a todos los sitios que quisiera ir.
Pero es muy tarde ya.
Ella está en el Cielo, y yo estoy aquí, enfermo del corazón por todas las oportunidades perdidas. Qué diferente hubiera sido, si antes hubiera leído una carta como ésta.
Un hijo.¿Cuánto cuesta?
¿Cuánto cuesta una visita?
¿Cuánto cuesta que vayas a comerte la comida preparada por mamá?
¿Cuánto cuesta que le escuches sus repetidas historias?
¿Cuánto cuesta que le lleves un pequeño detalle?
¿Cuánto cuesta que le lleves a tu casa?
¿Cuánto cuesta que le hagas partícipe de tus planes?
¿Cuánto cuesta que le pidas un consejo?
¿Cuánto cuesta tenerles un poco de paciencia?
¿Cuánto cuesta pensar que llegarás a estar como ellos?
¿Cuánto cuesta que le acompañes en lo que ya no puede hacer por sí solo como lo hacían contigo cuando eras pequeño?
¿Cuánto cuesta que le digas lo importante que es para ti, que los quieres, que los amas?
¿Cuánto cuesta que te sientes a tomar un café con ellos?
martes, 24 de diciembre de 2019
Cómo afrontar la Navidad sin ese ser querido que ha fallecido.
Aunque la Navidad sea por excelencia la época del año de paz y felicidad, no siempre es así ante la mirada de algunas personas. Sobre todo de aquellas que, por primera vez, se enfrentan a estas fechas con la ausencia de ese ser querido que ha fallecido. Las navidades suponen un gran reto ante los recuerdos y las emociones que se intesifican provocando sentimientos de añoranza y tristeza por esa pérdida.
No es extraño que a sus mentes acuda el recurrido deseo de querer dormirse el día 23 de diciembre y levantarse depués del día de Reyes, pero según explica Mónica Gonzalo Caballero, psicoterapeuta familiar en Psicólogos Pozuelo, «esto no es nada recomendable puesto que no haría más que aumentar el dolor profundo por el que está atravesando».
Esta especialista aclara que también es muy habitual que florezca un sentimiento de culpa por sentir que hace mal por celebrar las navidades sin este familiar que no está: «¿Es normal que me ría cuando esa persona tan especial ya no está a mi lado?».
Ante esta serie de sentimientos y contradicciones al vivir un duelo en estas fechas, Mónica Gonzalo recomienda seguir las siguientes pautas:
—Planifica las fiestas: tener una organización clara de estos días de celebración te dará la calma que tanto necesitas para esta situación de por sí estresante y, si fuera necesario, delega en los demás, quienes te rodean entenderán que hay cosas para las que aún no te sientes preparado.
—Respeta tu propio proceso de duelo y el de los demás: Es probable que los recuerdos traigan lágrimas y sonrisas a partes iguales y dependiendo del momento, o que simplemente no tengas ganas de hacer nada. Sé paciente con tus emociones: permítete hablar de tus sentimientos sin tenerles miedo, llorar a ratos y disfrutar otros…
También respeta el proceso de duelo de los demás familiares, no hay dos duelos iguales: hay personas que parecen indiferentes, otras que necesitan llorar, otras que están enfadadas, otras que prefieren hacer cosas divertidas para no pensar en la persona fallecida… Hay tantas formas de afrontar una pérdida como personas y es importante que les respetemos, ya que no siente más dolor quien más llora, ni viceversa.
—Déjate ayudar: son momentos difíciles para ti, permite a la gente que te quiere que te ofrezcan su ayuda, pueden ayudarte en asuntos prácticos como por ejemplo, hacer la cena de Navidad o acompañarte a la compra de regalos, pero también pueden ayudarte a desahogarte, apóyate en la gente que tienes cerca y coméntales tus preocupaciones, miedos y pesares si lo necesitas o simplemente pídeles su compañía para dar un paseo o para cualquier otra cosa que te apetezca.
—Simboliza a tu familiar fallecido: esa persona especial ya no está físicamente, pero tú puedes hacer que siga estando presente. Puedes encender una vela el día de Navidad en su honor, poner un adorno especial en el árbol que lo represente (incluso hacerlo a mano con frases que te recuerden a esa persona, fotos, imágenes…), escribirle una carta, hacer un álbum de fotos con momentos especiales que has compartido con esa persona…
Estos rituales los puedes hacer en solitario o con el resto de tus familiares, pero sobretodo, depende de ti, no te obligues a hacer algo para lo que no te sientas preparado, haz lo que te haga sentir mejor para recordar a esa persona especial que ya no está.
—Incorpora nuevos rituales y tradiciones: todo ha cambiado y nada volverá a ser como antes, el fallecimiento, por desgracia, marca un antes y un después. Por este motivo, puedes crear un nuevo ritual que se puede repetir todas las navidades que permita recordar al familiar fallecido, como por ejemplo, hacer alguna actividad especial en familia, como mirar fotografías y contar anécdotas de ese familiar, escuchar su canción preferida, hacer su comida favorita…
Van a ser momentos muy emotivos en los que podrás apoyarte en tus seres queridos y que van a permitir sentir a ese familiar entre vosotros. Es aconsejable que estas nuevas tradiciones las establezcáis entre toda la familia, para que sea algo compartido y consensuado entre todos, ya que cada uno tiene su ritmo y necesita su tiempo, hablándolo entre todos, mediante una escucha activa, favorecerá que todos os sintáis representados, escuchados y comprendidos.
—Mímate: dedícate un tiempo en exclusiva para ti, para relajarte, para descansar o para hacer algo con lo que de verdad disfrutes. Es muy probable que estos días estés especialmente cansado por la gran intensidad emocional que estás experimentando, no tengas miedo a reconocer tu cansancio, tanto físico como emocional.
Y si hay niños en casa...
En el caso de que haya niños que también estén atravesando un periodo de duelo, ¿debo preguntarle a mi hijo cómo quiere celebrar las navidades? ¿Debo hablar de la persona ausente o eso solo le causaría más dolor?
Según apunta Mónica Gonzalo hay varios estudios que apuntan que no es hasta los 7 años cuando los niños asumen la mortalidad como algo definitivo, y aún así, no acaban de entenderlo cuando es su familiar el que falta. «Por este motivo, debemos hablar con los más pequeños, estableciendo una comunicación honesta y adaptada a su etapa evolutiva donde se sientan cómodos y arropados a la hora de plantear sus dudas acerca de los cambios que se han producido en la familia y todas las preguntas e inquietudes que les plantee la pérdida».
Añade que es importante que los más pequeños se sientan valorados y escuchados, por lo que recomienda que se les pida su opinión acerca de la celebración de las navidades y cómo quiere recordar a este ser querido, lo que les hará sentirse importantes en la familia y que forman parte activa de estos días tan especiales.
«Lo que está claro —señala esta psicóloga— es que estas fiestas son una época complicada para las familias que están atravesando un duelo y que éstas no volverán a ser cómo antes. Se trata de unas “nuevas navidades” que no tienen porqué ser negativas, si no diferentes. No hay una manera correcta para celebrar estas fiestas en las que echamos de menos a una persona querida, sin embargo, podemos recordarla de alguna forma, sentirla, tenerla presente y dejarnos arropar por los que sí están, por los que nos rodean y nos quieren y disfrutar con ellos de los buenos momentos que están por llegar».
Fuente: ElMundo.es
jueves, 19 de diciembre de 2019
Si vives con un enfermo de Alzheimer, no te enfades con él.
Si vives con un enfermo de Alzheimer, no te enfades con él.
Desde la experiencia como hija de un enfermo de Alzheimer, aquí van ideas para quienes se encuentran con esta enfermedad en su vida: o porque la sufren ellos o porque la sufre un ser querido.
Diagnosticaron Alzheimer a mi padre hace ahora algo más de 11 años. Fue casi por “casualidad” porque quien iba a la consulta era mi mamá. Sin embargo, el médico que la visitaba notó algo raro en mi papá y pidió quedarse a solas con él un momento. A la salida, nos pidió que urgentemente lo lleváramos a un especialista. Y así fue cómo empezó todo.
Mi papá y toda mi familia vivimos el Alzheimer durante 7 años. Digo vivimos porque la enfermedad la padece el enfermo, pero la vida de los de alrededor, si uno está en la familia, queda afectada en todos los sentidos.
Hay que tomar decisiones, adaptarse a los cambios, aceptar las limitaciones, negociar entre ustedes para que todos colaboren en la medida que quieran y puedan… Pero también hay que saber reconocer los límites.
La enfermedad de Alzheimer muestra la limitación de la naturaleza humana, hoy por hoy, por mucho que hablen algunos transhumanistas de “la muerte de la muerte”,o sea, la inmortalidad, en 2050. De momento, lo que la ciencia muestra es que nuestras neuronas y el organismo humano en su conjunto envejece, y con el Alzheimer envejece de una forma irreparable.
Es importante escuchar a los médicos y estar al caso de las novedades que vayan apareciendo en Medicina. Pero creo que también es esencial, sobre todo en el caso de enfermedades degenerativas como el Alzheimer, APRENDER A VIVIR CON ÉL. Porque en la vida práctica eso es lo que vamos a tener que hacer.
Por eso me permito algunas reflexiones que son fruto sencillamente de la experiencia en casa y en mi familia. Muchas de ellas las he comentado con otras personas que han vivido o viven la misma situación, y por eso creo que no son casos aislados ni estoy hablando de heroísmo. Al contrario, diría que son recetas caseras sin más.
Aquí van:
- Si vives con un enfermo de Alzheimer, no te enfades con él.
- Si es tu padre o tu madre y sabes que antes te entendía cuando le explicabas las cosas, si ves que ahora pone cara de extrañeza, no te enfades con él.
- Si acaba de preguntarte algo, le has respondido y vuelve a preguntártelo, no te enfades con él.
- Si le acabas de cambiar el pañal porque ya no sabe llegar solo al baño, y se ha hecho otra vez pis encima, no te enfades con él.
- Si mientras estabas cambiando las sábanas de su cama, cuando lo estabas moviendo hacia otro lado como te enseñaron las enfermeras, ha mojado el suelo y la funda del colchón, no te enfades con él.
- Si lleváis dos horas buscando las llaves de casa o del coche y él no recuerda dónde las dejó, no te enfades con él.
- Si son las tres de la madrugada, te despiertas porque oyes un ruido, y es él que anda por la casa como si fueran las doce del mediodía, ha encendido la televisión y todas las luces, no te enfades con él.
- Si un día comienza a dejarse la comida en la boca, hace bola, tose y se atraganta y lo deja todo perdido, no te enfades con él.
- Si te mira fijamente, le preguntas quién eres, te vuelve a mirar fijamente y al final se encoge de hombros, no te enfades con él.
Asume que estás con una persona enferma que no buscó voluntariamente que sus neuronas se fueran apagando.
Decide amar a esa persona porque merece ser querida: porque te dio la vida, porque te cuidó, porque es tu familia…
Acepta que es la enfermedad quien lleva la dirección, pero eres tú quien puede hacer que esta última etapa de la vida sea un infierno para él y para vosotros o un episodio del que queda una gratitud sin fin por ambas partes.
Afronta el Alzheimer como un reto. Aunque se habla de triatlón y mediáticamente los runners están más premiados, ser cuidador de un enfermo de Alzheimer es cien veces más meritorio.
Sé humilde y deja ayudarte cuando sea necesario. Aprende a descansar para poder cuidar. Esta no es la carrera de los 100 metros lisos: puede que sea la maratón o más.
Cambia el orden de prioridades que tenías antes de que le diagnosticaran el Alzheimer. Haz que lo que decidas sea aquello de lo que siempre luego estés orgulloso. Nunca te arrepentirás de haber amado.
Trabajen en equipo: tus padres, tus hermanos, tus primos, los cuidadores externos, los amigos… La pena compartida es menos pena, el cansancio y la fatiga se pueden distribuir un poco, y el apoyo psicológico y moral ayudan un montón.
No digas frases como “es lo que hay” o “no se puede hacer nada”. Cada día habrá lo que tú quieras que haya, a partir de lo que la enfermedad disponga: buen humor, cambio de planes… Eso depende del sentido que le des a lo que estás haciendo. (Si eres creyente, te ayudará contar con Dios en cada una de estas jornadas: no está muy lejos el día en que se canonice a alguien que fue cuidador de enfermo de Alzheimer, estoy segura).
Si el enfermo de Alzheimer es creyente, ayúdale a que encaje la enfermedad en su modo de entender la vida y de practicar la fe: que pueda recibir los sacramentos, que escuche de tu boca -cuando ya no pueda expresarse- las oraciones que él reza… Notarás que recuerda las oraciones y canciones que rezaba de pequeño.
Trabaja la inteligencia incluso para aprender del Azheimer: tú observas la enfermedad tanto como quien está ante un microscopio. La ves cada día, sus avances, sus estancamientos… Únete a alguna asociación para dar a conocer tu “know how”. Si puedes, hazte también voluntario de algún estudio centífico.
Y antes de que fallezca el enfermo de Alzheimer, no olvides que el enfermo no eres tú sino él. Él es quien lo pasa peor, quien se dio cuenta en las primeras fases de la enfermedad de que su memoria le fallaba y de que ya no era el de antes, de que lo que le queda por venir le da miedo. Ayúdale a recorrer el camino de la enfermedad como le gustaría que lo hicieras si fuera consciente de cada paso.
No te enfades con nadie que sufra Alzheimer. Al contrario, pregúntate si haces todo lo que está en tus manos por ayudarle y por ayudar a sus cuidadores. Si lo piensas, quizá puedes hacer más de lo que imaginas. Y seguro que el agradecimiento te llega, tarde o temprano. Llámalo karma, si quieres; yo lo llamo Providencia.
Fuente: es.aleteia.org12 consejos para cuidadores
12 consejos para cuidadores.
Cuidar a un familiar o paciente de Alzheimer es un acto de amor pero también supone grandes retos. Estos consejos pueden ayudarte en esta valerosa tarea.
12 recomendaciones:
1. Sé paciente.
Acepta que tanto tú como el paciente a tu cuidado cometerán errores.
2. Al ayudar al paciente, practica la sutileza y no le recrimines.
Dale tiempo para realizar sus actividades aunque tarde más que antes.
3. No hables de la persona enferma en su presencia como si no estuviese, aunque creas que no te puede entender.
4. Controla tu temperamento.
Si notas que estás perdiendo la paciencia fácilmente podrías estar sobrecargado. Busca ayuda.
5. Estimula la conversación con el paciente.
El mutismo es un signo de aislamiento que no es beneficioso para la persona con demencia.
6. Respeta la intimidad de la persona enferma, especialmente en el baño y cuando se vista.
7. Respeta sus costumbres y no le obligues a hacer algo que sabes que por sus creencias, gustos, costumbres o preferencias, no haría.
8. La rutina es esencial para los pacientes con alzhéimer, ya que les proporciona seguridad.
No cambies sus horarios ni sus hábitos, ni sus cosas de sitio (es bastante habitual que la persona enferma las cambie con frecuencia, las desordene; vuelve a colocarlas en su sitio, así lo ayudarás a encontrarlas cuando las necesite).
9. Sé flexible.
Considera que eres tú quien debe ajustarse al ritmo del paciente y no al revés.
10. Expresa afecto, caricias y sonrisas.
Intenta que el paciente haga lo mismo, pero sin presionarlo o agobiarlo.
11. Intenta mantener el sentido del humor. Mejor aún, reírse juntos será beneficioso para ambos.
12. Si el paciente se altera o agita, mantén la calma.
Agárralo con suavidad, proporciónale seguridad con tu forma de hablar, tus gestos y una sonrisa. Busca dirigir su atención a algo distinto que lo calme.
10 formas de reconocer la tensión física, mental y emocional.
10 formas de reconocer la tensión física, mental y emocional.
1 – Negación sobre la enfermedad y sus efectos en la persona. Pensar que la persona “va a mejorar” o que actúa de esa manera “para llamar la atención o para no hacer las cosas”.
2 – Enojo contra la persona con Alzheimer u otras personas. Enojarse, por ejemplo, si la persona pregunta varias veces lo mismo o descargar en la persona la frustración con su situación.
3 – Aislamiento de amistades y actividades que antes le gustaban. La persona a cargo se siente abrumada y se aleja de sus obligaciones o de sus allegados, y no logra disfrutar de actividades debido a la preocupación.
4 – Ansiedad de enfrentarse al futuro. Angustiarse pensando en qué pasará cuando su ser querido necesite más cuidados.
5 – Depresión. La persona a cargo del cuidado comienza a desalentarse por su frustración de seguir adelante y parece no importarle nada.
6 – Agotamiento. Se hace imposible ejercer los deberes cotidianos. La persona a cargo del cuidado se siente cansada para desempeñar otra tarea.
7 – Insomnio, causado por una interminable lista de preocupaciones. Por ejemplo, no dormir tranquilo por pensar que la persona con Alzheimer puede salir de la casa, caerse o lastimarse.
8 – Irritabilidad. La persona quiere que “la dejen en paz” en todo momento.
9 – Falta de concentración, que hace más difícil efectuar tareas simples. La persona a cargo del cuidado olvida citas, compromisos y otras obligaciones.
10 – Problemas de salud, físicos o mentales, que empiezan a aparecer. La persona no puede recordar la última vez que se sintió bien.miércoles, 18 de diciembre de 2019
Sí algún día no recuerdo
Si algún día no recuerdo.
Si algún día no recuerdo… Si algún día no recuerdo, mi niña…
Hazme el favor de no olvidar tú.
Recuerda las risas, las miradas, las canciones.
No olvides que un día fuimos una. Y no sólo en esos nueve meses en que me aseguré de darte vida. Hasta que tú me lo permitas, cariño, seremos una.
Mis ojos seguirán mirando por ti, mis manos evitándote peligros, mi cuerpo acoplándose a tus necesidades.
Si notas que se fueron de mi cabeza momentos únicos, abrázame con fuerza. Muy probablemente, tu olor me los devuelva. Y si no ocurre, tráelos tú. Trae los momentos mágicos, los que se grabaron a fuego, y explícamelos. Puede que siga sin recordar, pero volveré a vivirlos, y todo volverá a ser como siempre.
Recuerda las letras de las canciones, los bailes a deshora, los dulces.
Los saltos en los charcos, los abrazos de calma a medianoche, los despertares de cosquillas.
No olvides que siempre te quise más que a mi vida, que tu felicidad fue mi única meta, que toda la vida la viví por ti.
Que diste sentido a las peores pesadillas, y no sé si te lo dije lo suficiente.
Abrázame fuerte y sentiré, a pesar del olvido, que siempre fuiste mi punto de llegada, mi hogar, mi “estar en casa”.
Ojalá no llegue nunca ese momento, vida mía, ojalá cuando sea viejita podamos explicarnos batallas y revivir historias, cogidas de la mano, riendo a carcajadas.
Pero si olvido, pequeña… Si olvido, relee estas líneas, no las pierdas nunca… Y no dudes que te amo como a nada, que eres el motivo de mi sonrisa.
Y vive, mi niña, vive profundamente, ríe y ama como si fueran recursos escasos. Vive para grabar recuerdos.
Y abrázame para traerlos de vuelta.
Carol García
Tomado de:
La brújula del cuidadorCómo convivir con el Alzheimer: 15 claves de una batalla cotidiana
Cómo convivir con el alzheimer: 15 claves de una batalla cotidiana.
El alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que daña y destruye poco a poco las células del cerebro, provocando pérdidas de memoria y pérdida de la capacidad para llevar a cabo las tareas más comunes, entre otras funciones cerebrales.
La Dra. Marta Ochoa, jefa del servicio de Neurología de HM Hospitales, ha elaborado una lista de consejos titulada 'Los cuidados del paciente con demencia o alzheimer', como parte del trabajo realizado para la Escuela de salud, actividad promovida por este grupo hospitalario para fomentar hábitos de vida saludables y promover la educación sanitaria.
Cada vez más personas de edad avanzada padecen alzheimer. Los primeros síntomas suelen comenzar después de los 60 años. Antes de que aparezcan estos síntomas el alzheimer no se puede prevenir ni diagnosticar de forma precoz, y tan sólo algunos fármacos producen pequeñas mejorías en trastornos comportamentales y cognitivos de ciertos pacientes, comentó la doctora. Además destacó que "las personas con alzheimer tienen derecho a saber que tienen esa enfermedad y no se les puede ocultar".
La importancia de la rehabilitación neuropsicológica y la terapia ocupacional es clave en pacientes con alzheimer "ya que mejoran su funcionalidad, prolongan la fase de independencia y además, ayudan al cuidador principal del enfermo".
Por ello, la experta señala 15 puntos clave, recogidos por Knowi, para hacer más llevadera esta enfermedad:
1. Seguir una rutina diaria. Asegurarse de que haya muchos objetos familiares a su alrededor.
2. Mantenerse al tanto de dónde está el paciente y de su seguridad. Un método que algunas familias usan para prevenir que el paciente se extravíe, es ponerle campanas a todas las puertas que den al exterior.
3. Asegurarse de que el paciente coma bien y beba líquidos en abundancia.
4. Ayudar al paciente a que se mantenga lo más independiente posible por el mayor tiempo posible.
5. Proporcionar oportunidades para que el paciente haga ejercicios regularmente y no se olvide de la recreación.
6. Seguir relacionándose con los amigos y la familia.
7. Emplear ayudas escritas para la memoria como calendarios y grandes relojes, listas de las tareas diarias, recordatorios acerca de las rutinas o medidas de seguridad, e identificar con etiquetas los objetos que pueden olvidarse.
8. Asegurarse de que el paciente se haga chequeos regulares.
9. Planificar necesidades futuras como la atención en Centros de Día y el ingreso en una Residencia.
10. Dar mucho apoyo emocional al paciente y a todos los prestadores de asistencia.
11. Asegurarse de que el paciente tome los medicamentos regularmente, si se prescriben.
12. Asociarse a un grupo de apoyo para los miembros de la familia.
13. Pedir ayuda con las finanzas, arreglos legales, asesoramiento diario, temas emocionales, atención de reposo o arreglos del hogar para convalecientes cuando se necesite.
14. Revisar el hogar en cuestiones de medidas de seguridad, como barras en la pared del baño, luces nocturnas en los pasillos y en las escaleras, alfombras no resbaladizas, etc.
15. Asegurarse de que todos los profesionales sanitarios tengan una lista completa de todas las recetas y todos los medicamentos sin receta del paciente.
La rutina, clave en los pacientes
Para una persona con esta enfermedad, es importante crear unas rutinas para todo, siempre que sea posible. Uno de los aspectos que más descuidan estos pacientes es la higiene personal, para asegurarse de que lo hagan es bueno que lo hagan siempre a la misma hora y en el mismo lugar, dando además órdenes breves, ordenadas y tranquilas, y sin meterles ninguna prisa.
Otro tema complicado es la vestimenta, vestirse es una de las tareas que más se complica en un paciente con alzheimer para ayudarles la Dra. recomendó organizarles el armario sólo con la ropa de temporada y ordenarles las prendas según tengan que ponérselas.
En cuanto a la alimentación tenemos que hacer que la comida sea para ellos un rato agradable, sentados en familia y en un ambiente tranquilo. Sin olvidar que se debe respetar la hora de la comida y no comer cada día a una hora, además es recomendable que coman solos para maximizar su independencia el mayor tiempo posible.
Otros aspectos del día a día
Si el paciente tiene habilidades o aficiones hay que dejarle que las desarrolle, hacerle partícipe en nuestras actividades y recordarle lo válida que es su ayuda, por otra parte es importante que realice ejercicio físico, por ejemplo saliendo a dar paseos, algo muy beneficioso para ellos.
Por último la Dra. Ochoa resumió el cuidado del paciente con alzheimer en "paciencia, cariño, respeto y elogios" de insistió en lo importante que es solicitar la ayuda de profesionales para poder atenderles.
Tomado de: ecodiario.eslunes, 16 de diciembre de 2019
Pirotecnia y ancianos
Con la llegada de fechas como la Navidad y año nuevo, muchos celebran dichas fiestas con fuegos artificiales y lanzamiento de cohetes. Esta costumbre popular y de uso tan generalizado puede provocar malestar a determinadas personas.
Para un grupo de personas muy vulnerables se requiere una extrema atención y son los ancianos que podrían no entender que está sucediendo y esto alteraría su sistema nervioso. Y los sacaría de su rutina asustandolos.
Por favor antes de encender pirotécnicos acuérdate de tantas personas con Alzheimer, las confunde, las asusta y corren el riesgo de que suceda cualquier desgracia.
Siente su dolor.
domingo, 15 de diciembre de 2019
“No puedo más. No sé que hacer”
“No puedo más. No sé que hacer”
La tensión en las personas encargadas del cuidado de los enfermos de Alzheimer
¿Cómo reconocerla? ¿Qué hacer?.
Si usted cuida a una persona con Alzheimer, quizás su madre, su padre, abuelo o hermano, le dedicará gran parte de su tiempo y energías. Es posible que tenga momentos de tensión y aún de enorme frustración. Pero una persona a cargo de un enfermo de Alzheimer, abrumada por la situación o destruida por los nervios, no puede dar apoyo eficaz ni el afecto necesario a su ser querido.
Con frecuencia, las personas a cargo del enfermo se descuidan a sí mismas o incluso no saben a quién recurrir para buscar ayuda. Investigaciones muestran que las personas sólo buscan ayuda cuando se sienten completamente abrumados. Por estas razones, quienes cuidan a personas con Alzheimer son a veces afectados en forma secundaria por la enfermedad.
Aprenda a reconocer los signos de tensión física, mental y emocional para tratar de superarlos o para controlarlos. Si usted se cuida, estará en mejores condiciones de ofrecer cuidado eficaz y afecto a su ser querido.
#CuidarseParaCuidar #LeerParaAprender #SaberMásParaCuidarMejor #CuidandoAlCuidador
sábado, 14 de diciembre de 2019
Un día me volví invisible
Un día me volví invisible.
No sé qué día es hoy, en esta casa no hay calendarios y en mi memoria los hechos, están todos confusos. Me acuerdo de aquellos grandes almanaques, ilustrados con las imágenes de los santos que colgaban al lado del tocador. Ya no hay nada de eso, todas las cosas han ido desapareciendo, y yo también me voy borrando sin que nadie se dé cuenta.
Primero, como la familia aumentó de número, me cambiaron de cuarto; después me pasaron a otra habitación más pequeña que compartía con uno de mis bisnietos y ahora ocupo el cuarto de los trastos, el que está en el patio de atrás, ese cuarto al que van a parar todas aquellas cosas que ya no se usan. Dijeron que cambiarían el vidrio roto de la ventana, pero se les olvidó y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que no le va nada bien a mis dolores reumáticos.
Desde hace tiempo tengo intenciones de escribir, pero me ha sido imposible; me he pasado semanas buscando un lápiz y cuando al fin lo encontré, lo dejé en algún lugar seguro para poder encontrarlo fácilmente, pero me he olvidado dónde lo puse y es que a mis años las cosas se pierden con demasiada facilidad.
La otra tarde me di cuenta que mi voz también había desaparecido. Lo supe porque cuando le hablo a mis nietos o a mis hijos no me contestan, todos hablan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos escuchando lo que dicen. A veces he intervenido en la conversación, seguro de que lo que voy a decir no se le ha ocurrido a ninguno y les va a servir de mucho mi consejo. Pero no me oyen, no me miran, ni me responden…
¿Qué puedo hacer en estas situaciones? No lo sé, yo con una gran tristeza, me retiro a mi cuarto y allí termino de tomar mi taza de café, o lo que estaba haciendo.
Lo hago así para que comprendan que estoy enojado, para que se den cuenta que me han ofendido, y vengan a buscarme y me pidan perdón… pero de momento no ha venido nadie.
El otro día les dije que cuando me muera entonces sí me iban a extrañar, y el nieto más pequeño me preguntó: ¿Abuelo, tú todavía estás vivo? Les causó tanta gracia que no paraban de reír.
Pero yo estuve tres días llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entró uno de los muchachos a sacar unas llantas viejas para la bicicleta y ni los buenos días me dió. Fué entonces cuando me convencí de que soy una persona invisible. Me sitúo en medio de la sala para ver si molestando me ven o me dicen algo, pero mi hija me mira y sigue barriendo sin tocarme, y mis nietos pasan corriendo de un lado a otro sin tropezar conmigo.
Cuando mi yerno se enfermó, tuve la oportunidad de serle útil, le llevé un té especial, que yo mismo preparé, se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara. Él estaba mirando la televisión y ni con un simple parpadeo me dejó entender que se daba cuenta de mi presencia. El té se fue enfriando poco a poco… mi corazón también.
Un viernes se alborotaron los niños y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos al campo, me puse muy contento, hacía tanto tiempo que no salía, y menos al campo.
El sábado fui el primero en levantarme, quise arreglar las cosas con calma, los viejos tardamos mucho en hacer cualquier cosa, así que me tomé mi tiempo para estar listo a la hora de la salida. Ellos entraban y salían de la casa corriendo, colocando bolsas y juguetes en el auto.
Yo ya estaba listo hacía rato y muy feliz me puse a un lado esperando que terminaran los preparativos del viaje. Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en risas y cantos, comprendí que yo no estaba invitado; tal vez porque no cabía en el auto o porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a su gusto por el bosque.
Sentí cómo mi corazón se encogía, la barbilla me temblaba como cuando uno ya no aguanta más las ganas de llorar. Vivo con mi familia y cada día me hago más viejo, pero curiosamente, parece que ya no cumplo años, porque nadie me felicita, ni lo celebramos, todos están tan ocupados… Yo los entiendo, ellos sí hacen cosas importantes: ríen, gritan, sueñan, lloran, se abrazan y se besan.
Ya no sé a qué saben los besos. Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme el que me daba tenerlos entre mis brazos como si fueran míos, sentía su suave y tierna piel y su cálida respiración muy cerca de mí, sus vidas tan nuevecitas se me metían en el corazón como un soplo de brisa fresca y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creí recordar… Pero un día mi nieta Laura que acababa de tener un bebé, me dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños por cuestión de salud; entonces ya no me acerqué más a los niños, por temor a que les pasara algo a causa de mis imprudencias. Tengo miedo de contagiarles algo terrible.
A pesar de todo yo los bendigo y los perdono, porque ¿Qué culpa tienen ellos de que yo me haya vuelto tan poco útil?
Este relato es crudo, pero real. Muchos de nosotros no toleramos la actitud de los ancianos, aunque ellos tuvieron toda la paciencia del mundo, para criarnos, educarnos y ayudarnos a ser lo que somos. Ellos pusieron toda la atención a nuestras primeras palabras, eran incomprensibles, ni sabíamos lo que decíamos… y hoy no los escuchamos porque dicen tonterías.
Recordemos que la vida es como un eco que te devolverá lo que tú le ofreces.
Amar, cuidar, respetar a los ancianos y no hacerlos sentir invisibles, no solo es un acto de amor, es un acto de justicia.
«Si permites que tus hijos traten a sus abuelos como en esta historia, ya sabes cómo te tratarán cuando tu seas mayor»
10 CONSEJOS PARA VIVIR LAS NAVIDADES CON UN ENFERMO DE ALZHEIMER
10 CONSEJOS PARA VIVIR LAS NAVIDADES CON UN ENFERMO DE ALZHEIMER.
A continuación, te damos una serie de instrucciones para que las navidades en un hogar donde esta demencia está presente sean más llevaderas. Toma nota:
1. Informa a los familiares y amigos del estado actual de la enfermedad, de manera que tengan claro cómo han de tratar a quien está aquejado de ella.
2. La relación con los niños es muy buena para revitalizar a un enfermo de Alzheimer, por lo que debes propiciarla durante estas fechas.
3. Prepara un lugar donde el anciano pueda sentirse cómodo y tranquilo. Contar con este «refugio» ayudará a que descanse correctamente cuando se pueda sentir estresado, debido al mayor dinamismo que implican estas fechas.
4. Es el momento de que la persona que cuida al enfermo, ya sea un familiar cercano o una persona externa, también disfrute de estas entrañables jornadas, lo que le servirá para cargar pilas de cara a sus faenas.
6. Mantén las tradiciones que transportan a los ancianos a momentos felices. Por ejemplo, cantar villancicos resulta muy beneficioso. Ya sabes que la música tiene efectos terapéuticos para todas las personas en general.
7. Si el enfermo se comporta de manera inadecuada durante las comidas, procura que se distraiga para que abandone esa conducta.
8. Poner los adornos navideños en casa servirá para que la persona mayor disfrute de esos días tan especiales.
9. Asimismo, es importante que retires la decoración navideña cuando hayan pasado las fiestas. Y es que mantenerla más tiempo del que toca podría hacer que el enfermo se confunda.
10. Por último, el anciano tiene derecho a disfrutar de las comidas y rememorar las sensaciones que le suscitaban cuando aún no estaba enfermo. Los turrones o el cava (con moderación) deben formar parte también de sus experiencias en estos días.
Sigue estas recomendaciones y ¡disfruta de unas Navidades felices rodeado de los tuyos!
Beneficios de las frutas y verduras en base al color
Beneficios de las frutas y verduras en base al color.
Las frutas y las verduras tienen cualidades nutricionales únicas, son ricas en fibra, vitaminas y minerales, son bajas en calorías y aportan agua a nuestro organismo. Además, a través de sus distintos colores podemos encontrar una serie de propiedades que son beneficiosas para nuestra salud, razones por la que es fundamental incorporarlas en nuestra dieta diaria.
Grupo rojo
Ayudan a la salud del corazón, memoria, tracto urinario y ayudan a prevenir saludablemente algunos tipos de cáncer, como el de próstata.
Ejemplo: frutilla, manzana roja, tomate y pimentón.
Grupo anaranjado y amarillo
Protegen contra algunos tipos de cáncer como el de estómago y colon. Reducen las probabilidades de tener problemas de visión. Refuerzan el sistema inmunológico, ayudando a prevenir enfermedades respiratorias. Aportadores de Vitamina A.
Ejemplo: naranja, limón, pimentón, zanahoria.
Grupo verde
Su consumo ayuda en la prevención de algunos tipos de cáncer. También permiten mantener huesos y dientes fuertes. Favorecen la salud visual y contienen fibra soluble que posibilita la reducción de los niveles de colesterol en la sangre.
Ejemplo: pera, espinaca, acelga, brócoli, uva verde, manzana verde.
Grupo blanco
Ayudan a mantener los niveles sanos de colesterol (cuando están en rango normal) y favorecen a la salud del corazón.
Ejemplo: ajo, coliflor, cebolla, coco.
Grupo morado
Favorecen un mejor funcionamiento de las vías urinarias. Previenen efectos del envejecimiento y enfermedades al corazón, por sus características cardioprotectoras. Ayudan a disminuir colesterol y mejorar la circulación sanguínea.
Ejemplo: berenjena, betarraga, repollo morado, arándano.viernes, 13 de diciembre de 2019
Síndrome del cuidador quemado; síntomas y factores de riesgo
Síndrome del cuidador quemado; síntomas y factores de riesgo.
El hecho de decidirse por cuidar en el propio domicilio a un familiar cercano con Alzheimer es encomiable, pero que puede a medio o largo plazo resentir seriamente la dinámica familiar y el equilibrio psicofísico de la persona (generalmente una mujer) que termina por asumir la mayor carga de cuidar al enfermo 24 horas al día.
Estos familiares, aunque realicen su tarea voluntariamente con amor y entrega, pueden llegar a sobrecargarse y desarrollar fácilmente:
1. Síntomas emocionales (ansiedad, depresión, irritación contra otros, manías obsesivas y rumiacionismo, culpabilización, hipocondría, ideación paranoide).
2. Síntomas psicosomáticos (insomnio, anorexia, taquicardia, dolores varios, acidez, mareos, fatiga crónica, alopecia).
3. Mayor facilidad para contraer enfermedades orgánicas.
4. Problemas defectuológicos de conducta (pérdida de autocuidados, aislamiento, pérdida de amistades e incluso de trabajo, abandono del cuidado a otros miembros de la familia…).
5. Se puede llegar al llamado «Síndrome Burn-Out» o del «cuidador quemado», en el que el familiar ha agotado sus reservas psicofísicas y se encuentra ya desmotivado y abúlico, desbordado por la situación, sin capacidad para enfrentarse a los problemas, con comportamientos deshumanizantes y con síntomas de despersonalización.
Pero no todo familiar cuidador primario de un enfermo de Alzheimer presenta con igual rapidez e intensidad estos signos de sobrecarga.
¿Cúales son los factores personales y sociales que definen a la población de riesgo para desarrollar con facilidad estos signos?.
Presentamos a continuación un resumen cualitativo de un trabajo cuantitativo realizado con unas 60 familias en cuatro provincias españolas.
FACTORES DE RIESGO DE SOBRECARGA DEL FAMILIAR
Vivir sólo con el enfermo, sin otra actividad La soledad y la exclusividad son uno de los principales factores que resaltan en el estudio. Si las tareas del cuidar las asume una persona que no convive con nadie más que con el afectado (por ejemplo, típicamente el otro cónyuge o una hija soltera-separada cuidando a un parental viudo) y si además no trabaja fuera o dentro de casa, sino que no hace otra cosa todo el día más que estar pendiente del enfermo, el riesgo de desarrollar trastornos emocionales y psicosomáticos es el cuádruple que si convive el cuidador principal con alguien más en el domicilio o si tiene, además, algún otro tipo de actividad o responsabilidad.
A. TENER UNA EDAD PROVECTA EL CUIDADOR
Dado que el Alzheimer es una patología ligada a la edad, es frecuente que la persona que cuide al enfermo sea un cónyuge también de edad avanzada. Se detecta una relación lineal positiva entre la edad del cuidador y la invasividad de la sobrecarga personal.
B. NIVEL DE SALUD DEL CUIDADOR Correlacionado con el anterior punto (las personas mayores presentan mayor número de dolencias), los cuidadores que a su vez muestran previos problemas de salud física o psíquica (en especial depresión o trastornos de personalidad) tienden a descompensarse antes frente al estrés producido por las responsabilidades del cuidar.
C. NO DISPONER DE FAMILIARES EN EL ENTORNO CERCANO
Si el cuidador sabe que puede contar y «echar mano» de unos familiares que vivan suficientemente cerca de su domicilio (hermanos, hijos, primos), por ejemplo, en situaciones de crisis o en momentos de dobles tareas (cuidar y realizar otra actividad), psicológicamente, la presión no resulta tan agobiante, independientemente del número de veces (generalmente escasas) que el cuidador pida y se beneficie de estas ayudas.
D. NO DISPONER DE UNA PERSONA ÍNTIMA
Tener el cuidador por lo menos un amigo o familiar o vecino con quien poder hablar y «descargarse» emocionalmente y sentirse comprendido (aunque sea por teléfono) y más aún si recibe por lo menos una visita a la semana, es un factor contrario al rápido desencadenamiento del burn-out.
E. INTENSIDAD DE LA DEMENCIA
En nuestro estudio, más que el número de años dedicado a cuidar al enfermo de Alzhiemer, sobrecarga el hecho de asistir a un afectado que se demencia rápidamente (porque al familiar no le da tiempo a adaptarse psicológicamente y a tomar medidas instrumentales). Sin embargo, las demencias de evolución muy rápidas sobrecargan algo menos, probablemente porque, por la gravedad del caso, tales pacientes son institucionalizados en breve y fallecen en pocos años.
F. SÍNTOMAS DE AGRESIVIDAD, AGITACIÓN INTENSA Y PSICOSIS
Un afectado que sólo muestra síntomas amnésicos, de lenguaje, de desorientación y déficits de comprensión, resulta que agobia (y asusta) menos al familiar que si presenta síntomas de agresividad verbal, física, o sexual; y asimismo si muestra agitación psicomotora intensa o bizarrías psicóticas asociadas a la desorientación.
G. EMPEORAMIENTO NOCTURNO INTENSO
El cuidador necesita descansar y dormir suficientemente. Si este reposo nocturno se ve interferido por un frecuente (más de 3 noches a la semana) y notable empeoramiento nocturno del estado del enfermo (deambulación y vagabundeo, voceos y quejas, obnubilación), este factor representa uno de los cuatro más significativos a la hora de predecir un mayor deterioro subjetivo de la calidad general de vida del cuidador primario.
I. NO DISPONER DE CENTRO DE DIA PARA EL ENFERMO
Por oneroso económicamente y culpabilizante psicológicamente que resulte, el hecho de que el enfermo de Alzheimer acuda diaria o, por lo menos, frecuentemente a un Centro de Día, resulta ser un factor en nuestro estudio de lo más relevante para aliviar la presión a la que se ve sometido el cuidador principal, tenga tiempo libre para «airearse» y ocuparse de propios asuntos y retome hábitos diarios saludables casi abandonados.
J. AUSENCIA DE FORMACIÓN E INFORMACIÓN SOBRE LA ENFERMEDAD
Los cuidadores que han recibido cursillos sobre el Alzheimer sufren menos sensación subjetiva de impotencia y desamparo y se encuentran mejor preparados para reconocer, anticipar y resolver problemas propios de la enfermedad. Son las más valoradas, por orden: trato y manejo al enfermo, técnicas de enfermería práctica, nutrición y hogar, y autocuidados, neurología y farmacología básica.
K. NO PERTENECER A UNA ASOCIACIÓN
El estado subjetivo de aislamiento y desamparo del cuidador se constata en el estudio que se ve aliviado si el familiar logra imbricarse en una red de auto-ayuda, tal como las Asociaciones de Familiares de Enfermos de Alzheimer, Grupos de Ayuda Mutua. El apoyo emocional y ser un punto de referencia de orientación, son funciones clave que pueden cumplir estas organizaciones.
A ti....
La experiencia lleva su tiempo pero alivia enormemente la carga, correspondiendo al cuidador en un cuidado de garantías, primado de rutinas y labores expeditivas que guían positivamente una actuación correcta y que poco a poco irá ganando terreno a esas reacciones negativas: de dolor, de culpa, de miedo y tristeza, tal vez de ira y de incapacidad. Son normales y totalmente comprensibles, somos humanos.....
#CuidarseParaCuidar
#CuidandoAlCuidador
Poesía al Alzheimer
miércoles, 11 de diciembre de 2019
Cuidar al cuidador
Cuidar al cuidador
El rol del cuidador de la persona con Alzheimer es fundamental en la calidad de vida que pueda llegar a tener el enfermo, pero a la vez puede ser un papel muy doloroso y hasta peligroso para la salud del cuidador.
Se calcula que unas 15 millones de personas cuidan a un enfermo de Alzheimer.
martes, 10 de diciembre de 2019
10 mitos del Alzheimer
10 mitos del Alzheimer.
Mito 1: Con la edad es normal que se pierda la memoria
La pérdida de la memoria y algunas facultades intelectuales es propia de la vejez, pero una cosa es perder la memoria o desconocer una figura familiar y no recuperarla y otra es olvidarse un nombre por ejemplo y después recuperar el recuerdo.
Mito 2: Demencia y Alzheimer son lo mismo
Demencia es un término genérico que significa la pérdida o disminución de funciones mentales como la memoria, temporaria o permanente. Alzheimer es la forma más común de demencia. Es decir, todas las personas que tienen Alzheimer tienen demencia pero no todas las que tienen demencia padecen la enfermedad de Alzheimer.
Mito 3: El Alzheimer siempre es hereditario
Si bien la ciencia ha intentado describir ciertas anomalías cromosómicas en el paciente con Alzheimer, no existe a nivel genético una comprobación de que se trata de una enfermedad genética y por ende, hereditaria. Sólo un 7% de los casos están asociados con los genes que causan la aparición temprana de un Alzheimer de tipo familiar.
Mito 4: El Alzheimer no es una enfermedad fatal
Lamentablemente el Alzheimer no tiene sobrevivientes, dice un informe de la Asociación de Alzheimer. Esto se debe a que la enfermedad destruye las neuronas y produce un deterioro progresivo de las facultades mentales y de funciones corporales, haciendo cada vez más difícil la conexión con los demás.
Mito 5: Sólo la gente muy mayor puede contraer Alzheimer
Existe lo que se llama el "Alzheimer de comienzo temprano", para refirirse a personas de 30, 40 y 50 años que han contraído la enfermedad. De los 5,4 millones de enfermos de Alzheimer que existen en Estados Unidos, unos 200 mil son menores de 65 años, según datos de la Asociación de Alzheimer.
Mito 6: Los edulcorantes con aspartamo traen pérdida de memoria
Desde que fueron aprobados por la FDA, los edulcorantes con aspartamo como el Nutrasweet y el Equal fueron objeto de críticas e investigaciones. Según esa agencia gubernamental no existe evidencia científica de que el aspartamo representa algún riesgo para la memoria.
Mito 7: Nada previene el Alzheimer
Según un informe de Harvard Medical School, el llevar un estilo de vida saludable, realizar ejercicio aeróbico en forma regular, comer sano y mantenerse socialmente activo se relaciona con menores probabilidades de contraer Alzheimer.
Mito 8: Las vacunas antigripales aumentan el riesgo de Alzheimer
Si bien en un momento varios estudios científicos relacionaron las vacunas antigripales con el aumento del riesgo de Alzheimer, sin embargo, la Junta Médica de Carolina del Sur le retiró la licencia al médico que había sugerido eso. Hay varios estudios recientes que relacionan diferentes vacunas con un menor riesgo de contraer Alzheimer, pero el tema continúa aún en investigación.
Mito 9: Las amalgamas dentales de plata aumentan el riesgo de Alzheimer
El mito proviene de que se ha descubierto que la plata incluida en las amalgamas dentales contienen un 50% entre otros componentes, de mercurio. El mercurio es un metal pesado que está comprobado que es tóxico y produce daño en el cerebro y otros órganos.
Mito 10: Todos los pacientes con Alzheimer se tornan agresivos
El Alzheimer es una enfermedad que afecta a las personas en forma diferente y no todos los pacientes con Alzheimer se ponen agresivos. Muchas veces la confusión y la falta de memoria típicos de la enfermedad provocan frustración en el enfermo. Conocer bien el desarrollo de la enfermedad y prever estas frustraciones pueden ayudar al enfermo a manejar su agresividad.Estoy cuidando de una persona con demencia: ¿Qué puedo hacer?
Si estás cuidando a un persona con demencia y crees que puedes estar afectado por el síndrome del cuidador quemado, hoy te hacemos algunas sugerencias, en el caso de que no estés afectado, igualmente pueden ser de ayuda para evitar enfermar:
Solicitar información y formación adecuada sobre aspectos médicos: evolución de la enfermedad, complicaciones, medicación y conocimientos prácticos para enfrentar los problemas de nutrición, higiene, adaptación del hogar, movilizaciones del paciente, necesidades educativas, etc. Esto incrementa la sensación de control, de eficacia personal y ayuda a comprender mejor todos los síntomas que vemos en nuestro familiar.
Aceptar que las reacciones de agotamiento son frecuentes, e incluso, previsibles en un cuidador. Son reacciones normales que necesitan apoyo.
Pedir ayuda personal al detectar estos signos, no ocultarlos por miedo a asumir que “se está al límite de sus fuerzas” ni tampoco por culpa de no ser un super-cuidador. Sabemos que no es fácil, pero no por ello lo diremos menos.
Promocionar la independencia del enfermo: no debemos realizar lo que el enfermo pueda hacer por sí mismo, aunque lo haga lento o mal.
Saber poner límite a las demandas excesivas del enfermo u otros familiares; saber decir NO, sin sentirse culpable.
No sentirse imprescindible: no lo somos. Necesitamos delegar tareas en otros familiares o personal contratado, sanitario o del hogar.
No temer acudir a un profesional (psiquiatra o psicólogo) y a grupos de auto-ayuda que resultan ser muy útiles.
Marcarse objetivos reales, a corto plazo y factibles. Cuidado con las expectativas irreales (“El enfermo no va a empeorar más de lo que está”), ni tampoco ideas omnipotentes sobre uno (“Yo sólo puedo”).
Cuidar la alimentación con una dieta adecuada y horas de sueño.
No olvidarse de sí mismo, poniéndose siempre en segundo lugar. El “autosacrificio total” no tiene sentido.
Mantener el contacto con amigos y familiares, el aislamiento no es un buen aliado para el cuidador.
Mantenerse automotivado a largo plazo, auto reforzarse en los éxitos, felicitándose a sí mismo por todo lo bueno que va haciendo.
No fijarse sólo en las deficiencias y fallos que se tengan.
Tomarse también cada día una hora para realizar los asuntos propios. Asimismo permitirse un merecido descanso diario o semanal, fuera del contacto directo con el enfermo.
Si se puede, realizar ejercicio físico todos los días, ya que elimina toxinas corporales y despeja la mente.
Expresar abiertamente las frustraciones, temores o resentimientos, emocionalmente siempre es beneficioso.
Planificar las actividades de la semana y del día. Establecer prioridades de tareas, diferenciando lo urgente de lo importante. Decidir qué cosas no va a poder realizarlas con bastante probabilidad. La falta de tiempo es una de las primeras causas de agobio.
Practicar técnicas de relajación psicofísica (Jacobson, Schultz), visualizaciones, Yoga, etc.
Apoyarse en los Centros de día, Residencias de respiro temporal, o Personal contratado de asistencia domiciliariasábado, 7 de diciembre de 2019
Algunas personas descansan en el puente.
ALGUNAS PERSONAS DESCANSAN EN EL PUENTE.
!!Si en casa tienes un enfermo dependiente, tú... tú no tienes puente!!
Salvo que algún familiar te mire a los ojos (no solo te vea) y traduzca tus ojeras en cansancio y aunque tú niegues el estrés que objetivamente se te nota, se ofrezca quedarse con el padre, la madre, o ambos y de su boca escuches: !Vete a descansar, lo necesitas, yo los cuido!. Entonces y solo entonces... !Podrás tener puente!
(Gloria Martin Diez)